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sábado, 14 de noviembre de 2015

Urge que nos congreguemos para construir el Reino de Dios

Vivimos en un mundo que no funciona. La injusticia, la guerra, la división, la persecución de todos aquellos que luchan por la verdad y la justicia, la opresión cada día mayor de los oprimidos.
La división en el seno de la familia, las luchas fratricidas, la droga, el alcoholismo, la marginación, el desempleo el hambre y un largo etcétera de tristes realidades son el pan amargo nuestro de cada día.
Nos cuesta mucho trabajo reunirnos, dejar nuestro egoísmo, formar grupos y comunidades, para realizar un proyecto común que nos haga posible colaborar en la construcción del Reinado de Dios

Los grupos “apocalípticos” surgen como una forma de protesta, y a veces de resistencia, frente a un sistema opresor centralizador del poder, ideológicamente discriminador religiosamente monopólico, etc., que de hecho los margina.
La apocalíptica tiene una gran potencia de anuncio de Buena Noticia: proclama una esperanza cuando todo parece perdido; sostiene la fidelidad a Dios cuando lo recibido no responde adecuadamente a las crisis presentes.
El lenguaje apocalíptico busca fortalecer la esperanza e invita a mantener la lucha en fidelidad a Dios.
Se reconoce que el libro de Daniel fue escrito en la época en que Antíoco IV Epífanes perseguía a los judíos que se resistían a la imposición de la cultura y la religión de los griegos.
El texto que leemos hoy hace la promesa de que Miguel se levantará para defender al pueblo en ese momento de gran angustia.
También aparece, por primera vez el anuncio la resurrección individual,  que para unos será vida eterna y para otros, castigo eterno.


El Evangelio  de hoy anima a los cristianos, inmersos en este mundo de desgracias y sombras, a seguir luchando. Y como la realidad era tan dura,  recurre a la poesía, a la hipérbole, citando frases e imágenes de los profetas Isaías, Daniel y Zacarías, y recomponiéndolas para hacer un canto a la esperanza.
El día en que venga el Hijo del Hombre para reunir a los elegidos, a todos aquellos que lucharon por la causa de un mundo distinto, los cimientos del orbe, de este sistema mundano se conmoverán...
Nada se dice aquí de que Jesús venga a castigar a los malos: “vendrá a reunir a todos los elegidos dispersos por el mundo”
.
Tenemos que colaborar para que la congregación de los elegidos, que es el proyecto del Padre, no se deje para el último día, sino que  se vaya dando en la lucha diaria por construir un mundo de hermanos.
Urge que, sin discriminaciones, nos congreguemos para luchar para lograr la seguridad pública, pues de uno en uno somos más frágiles, y estamos más expuestos y vulnerables.
Urge que nos congreguemos para fortalecer la esperanza y la lucha de los que trabajan por mejores salarios y condiciones más justas en el trabajo.
Urge que, por encima de nuestras opciones partidistas,  nos congreguemos para exigir solución al problema de la basura aportando nuestro mejor esfuerzo para tener una ciudad limpia para todos.
Pensando en el bienestar de todos, hace falta que nos congreguemos para exigir un transporte público y de calidad, comprometiéndonos a usarlo y cuidarlo como patrimonio común.
Urge que como ciudadanos, de cualquier índole, nos congreguemos para exigir y conservar calles alumbradas y con pavimento de calidad.
Urge que nos congreguemos, para construir familias cimentadas en el amor, el respeto, el diálogo y la colaboración, sin distinguir el tipo de familia que de hecho, existe.
Urge que nos congreguemos para fortalecer la esperanza de un mundo sin guerras, donde el respeto, el diálogo y la colaboración, entre individuos, grupos y naciones sean la metodología para resolver todo tipo de conflictos.
Frente a los hechos sangrientos perpetrados en Parías, urge que nos congreguemos y nos manifestaciones contra el odio, tanto a nivel personal, como grupal, étnico, racial o nacional
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 14 del 2015


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