La
Iglesia, los cristianos, decimos seguir el camino de Jesús, pero, con frecuencia vivimos los
juegos de poder en la búsqueda de puestos en la Iglesia.
Decimos
seguir el camino de Jesús, pero no miramos las situaciones de violencia y de
injusticia que se viven a nuestro lado.
Decimos
seguir el camino de Jesús pero seguimos
haciendo discriminación hacia la mujer, hacia los indígenas y hacia los
migrantes.
El
profeta Jeremías vivió durante la época
del destierro a Babilonia, pero él se quedó acompañando a los que quedaron en
Judá: El es para ellos el profeta de la esperanza.
El
profeta invita a la alegría porque el Señor ha liberado a su pueblo: promete
que el Señor va a cambiar la suerte de su pueblo, reuniéndolo: Entre los que
han de regresar están el cojo y el ciego.
Jesús
camina resueltamente hacia Jerusalén para consumar su entrega, mientras sus
discípulos, sin comprenderlo, (ciegos) discuten sobre los primeros puestos.
A
la vera del camino de Jesús se encuentra un mendigo ciego, el hijo de Timeo, y
al oir que es Jesús el que pasa exclama: "¡Jesús, hijo de David,
ten compasión de mí!".
La gente considera una impertinencia la voz de
Bartimeo y lo reprende para que se calle, pero él grita con más fuerza: ¡Hijo de
David, ten compasión de
mí!".
Jesús escuchó la voz de aquel mendigo y ordenó
que lo llamaran y entonces la gente le dice: Ánimo! Levántate, que te llama".
El mendigo pega un brinco, arroja su manto, su
estilo de vida y se acerca a Jesús y este le pregunta ¿Qué quieres que haga por ti? Y él responde “Maestro que pueda ver”.
Ya no le da el nombre político de hijo de David, ha visto en Jesús al Maestro,
y Jesús le responde: "Anda, tu fe te
ha curado".
El evangelista añade: Inmediatamente recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
Como Bartimeo necesitamos que Jesús nos abra los ojos para descubrir que el
camino del discípulo no es el camino del poder sino el del servicio y la
entrega.
Como Bartimeo necesitamos que Jesús nos abra los ojos para descubrir que el
camino de Jesús deja a un lado las discriminaciones hacia la mujer, los
indígenas, los mendigos y los migrantes.
Como Bartimeo necesitamos que Jesús nos abra los ojos para descubrir que
necesitamos ver con los ojos de Jesús las situaciones de
violencia y de injusticia que se viven en nuestro caminar.
Nos
hace falta buscar la luz como Bartimeo reuniéndonos para descubrir las causas
de la injusticia y de la marginación y encontrar las soluciones que están a
nuestro alcance.
Hagamos propuestas, críticas,
sugerencias
Apoyemos el movimiento ciudadano
por la paz
CCR
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