Tomado de José María Vigil
Para vivir el Concilio
Textos
conciliares
GS 77: La familia humana ha llegado en
su proceso de madurez a un momento de suprema crisis. No puede seguir adelante
en la construcción de un mundo más humano para todos sin que los hombres se
conviertan a la verdad de la paz. Por eso, el mensaje evangélico, «que coincide
con los más profundos anhelos y deseos del género humano », brilla hoy día con
nueva luz.
GS 78: La verdadera paz es fruto de la
justicia, no mera ausencia de guerra, ni equilibrio de fuerzas, ni temor ante
una hegemonía despótica. La paz es una tarea permanente. Y es también fruto del
amor, que supera la justicia. El Concilio llama insistentemente la atención a
todos los cristianos para que se unan a todos los hombres realmente pacíficos
en la tarea de establecer la paz.
GS 80: Las nuevas armas científicas,
que permiten una destrucción casi total, nos obligan a plantear el tema de la
guerra con una mentalidad totalmente nueva.
GS 81: Con la carrera de armamentos no
sólo no se eliminan las causas del conflicto, sino que más bien se corre el
riesgo de agravarlas. La carrera de armamentos es la plaga más grave de la
humanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable.
GS 82: Todos han de trabajar para que
cese la carrera de armamentos, incluso para que comience su reducción. Es
preciso ampliar la mente más allá de las fronteras de la propia nación, renunciar
a los egoísmos nacionales y adoptar un profundo respeto hacia toda la
humanidad. Es sumamente urgente reeducar la mentalidad y dar una nueva
orientación a la opinión pública. Los que trabajan en la educación y en la
formación de la opinión pública tienen ahí una responsabilidad especial.
GS 83: Para construir la paz lo
primero que hace falta es eliminar las causas de discordia: sobre todo las
injusticias, las excesivas desigualdades, la lentitud de soluciones, el afán de
dominio, etc. Estimúlese sin descanso la creación de organismos que promuevan
la paz.
GS 84: La iglesia se goza del espíritu
de fraternidad que hay en la colaboración dentro de los organismos
internacionales, mundiales o regionales.
GS 85: Hace falta establecer una
cooperación mayor en el orden económico. Es precisa la ayuda en personal
técnico a los países en vías de desarrollo. Hay que cambiar muchas cosas para
encontrar un nuevo orden económico internacional.
GS 88: Cooperen gustosamente los
cristianos en la edificación del orden internacional. Que no sirva de escándalo
el hecho de que los países cristianos son los ricos. Merecen alabanza y ayuda
los voluntarios en la cooperación internacional.
GS 89: Al predicar el Evangelio, la
iglesia contribuye a la consolidación de la paz. Es absolutamente necesaria la
presencia de la iglesia en la comunidad de los pueblos para fomentar la
cooperación de todos, tanto a través de las instituciones públicas como por la
colaboración de cada uno.
GS 90: Forma excelente de la actividad
internacional de los cristianos es la colaboración individual o colectiva dada
a las instituciones de cooperación internacional.
Palabra
de Dios
Mt 5,9: Bienaventurados los que se
esfuerzan por construir la paz.
Is 2,4: De sus espadas forjarán
arados.
Jn 14,27: Mi paz os dejo, pero no como
lo hace el mundo.
Rom 14,17: El reino de Dios no es...
sino justicia, paz y gozo.
2 Cor 5,18-21: Somos ministros de la
reconciliación.
Ef 4,3: Conservar la unidad del
Espíritu con el vínculo de la paz.
Cuestiones
para el diálogo
¿Cuáles son las causas de las guerras?
¿Cuáles pueden ser las causas o amenazas de la posible próxima guerra mundial?
¿Por qué los temas de la paz
internacional nos han sido presentados como ajenos a la realidad de la vida
cristiana? ¿Se ha insistido suficientemente en lo contrario después del
Concilio?
Reflexión
1. El Concilio se pronuncia ante el
tema de la paz mundial. Es decir, juzga el tema como relevante desde la óptica
de la Iglesia. No piensa que sea un tema exclusivamente de los políticos, ni
estrictamente técnico, ni irrelevante para los intereses del reino de Dios.
También aquí hay que recordar aquellas palabras: «Nada de lo que es
verdaderamente humano puede dejar de encontrar eco en el corazón de los
seguidores de Cristo» (GS 1). Es la preocupación por la venida del reino y la
salvación de la humanidad lo que preocupa a la iglesia (GS 45), pero desde una
perspectiva amplia, cósmica, responsablemente histórica.
2. Para el Concilio la paz es fruto de
la justicia. El pensamiento conciliar sobre la paz es crítico. Va a las raíces.
Y descubre las raíces de las discordias producidas en la injusticia, las
desigualdades económicas, la lentitud en la aplicación de soluciones, el afán
de dominio, el desprecio por las personas... (GS 83). Piensa el Concilio que la
carrera de armamentos no soluciona las amenazas de la paz, sino que las empeora,
a la vez que se trata de la plaga más grave de la humanidad y perjudica
a los pobres de manera intolerable (GS
81). El nivel alcanzado por la tecnología armamentística —lo cual se ha
desarrollado incomparablemente en el posconcilio— y sus posibilidades actuales
superabundantes de una destrucción total del planeta hace que nos debamos
plantear la posibilidad de la guerra —dice el Concilio— de una forma
enteramente nueva. Cosa que, efectivamente, no ha hecho sino radicalizarse en
los años posteriores al Concilio en forma creciente.
3. Nuestra actitud habitual todavía es
de desentendimiento ante estos problemas. Es cierto que es creciente en la
actualidad el número de grupos cristianos y de cristianos individuales que se
comprometen decididamente en estos campos, pero también es cierto que la gran
masa de cristianos permanece al margen, con el prejuicio inveterado de que
estos temas se salen del ámbito
de nuestras obligaciones cristianas,
o, lo que es peor, pertenecen a una zona vedada al cristiano, la de las
implicaciones políticas. Y así tenemos que asistir al lamentable espectáculo de
ver que, mientras cada vez más hombres de hoy se incorporan a la tarea de la
construcción internacional de la paz, los cristianos, que oficialmente se dicen
portadores de la salvación para la humanidad, permanecen desentendidamente al
margen de la evitación activa de una catástrofe cósmica.
4. El Concilio nos invita a
comprometernos. Debemos hacernos conscientes de nuestra responsabilidad humana
y cristiana y esforzarnos por despertar en nuestro ámbito personal de vida la
pronta voluntad de cooperar con la comunidad internacional (GS 82). Una forma
excelente de ello es la cooperación con instituciones internacionales (GS 90),
cuyo mejor funcionamiento, coordinación y multiplicación ha de ser estimulado
sin descanso (GS 83). Todos hemos de tomar una postura activa y militante ante
la actual carrera de armamentos (GS 82), debemos fomentar las ayudas técnicas,
económicas
y en personal hacia los países en vías
de desarrollo (GS 85, 88) y participar en los esfuerzos por encontrar un nuevo
orden económico internacional más justo (GS 85). ¿Se ha dicho todo esto
suficientemente al pueblo cristiano? ¿Sabe el pueblo cristiano que todo esto es
pensamiento conciliar? ¿Ha sido asimilado este espíritu en el lenguaje
religioso de nuestras comunidades cristianas? ¿Se traduce todo esto en una
incorporación creciente de los cristianos a las tareas de la paz, desde
instancias nacionales e internacionales? ¿Qué podemos hacer?
Examen
¿Pensamos que la responsabilidad en
estos temas de la paz internacional corresponde solamente a las instancias
públicas o a las entidades políticas? ¿Pensamos que nosotros no podemos hacer
nada? ¿Qué podemos hacer?
Conversión
Organizar en la comunidad cristiana
unas jornadas o procedimiento de estudio sobre las relaciones entre el
ecologismo y el cristianismo.
Adoptar, desde la fe, una actitud
convencidamente no belicista, no militarista, solidaria.
Preces
Para que venga al mundo la paz, como
resultado de la justicia.
Para que no acumulemos
internacionalmente nuevas espadas, sino que las convirtamos en arados.
Para que adquiramos crecientemente
conciencia de ciudadanos del mundo, por encima de fronteras, razas,
nacionalismos.
Para que nadie justifique impunemente
en nombre de la fe la carrera de armamentos o la situación de injusticia
internacional.
Por los pueblos que actualmente están
en guerra, por los países que se están beneficiando con esas guerras, para que
los cristianos que hay en ellos alcen su voz en protesta.
Por nosotros mismos, para que seamos
portadores de paz desde nuestro pequeño ámbito personal.
Oración
Dios, Padre
nuestro, no nos dejes dormir tranquilos, sin pesadillas, mientras sabemos que
el mundo está sangrando por las guerras, la miseria, el hambre, la injusticia,
la amenaza de destrucción total. Haznos apasionados partidarios de la paz y da
eficacia a nuestros esfuerzos por construirla, para que así podamos acogernos
verazmente a la bienaventuranza de Jesús. Por el mismo J. n. S.