La
indiferencia ante el prójimo asume diferentes formas. Hay quien está bien
informado, escucha la radio, lee los periódicos o ve programas de televisión,
pero lo hace de manera frívola, casi por mera costumbre: estas personas conocen
vagamente los dramas que afligen a la humanidad pero no se sienten
comprometidas, no viven la compasión.
Esta es
la actitud de quien sabe, pero tiene la mirada, la mente y la acción dirigida
hacia sí mismo.
Desgraciadamente,
debemos constatar que el aumento de las informaciones, propias de nuestro
tiempo, no significa de por sí un aumento de atención a los problemas, si no va
acompañado por una apertura de las conciencias en sentido solidario.
La
indiferencia se manifiesta en otros casos como falta de atención ante la realidad
circunstante, especialmente la más lejana.
Algunas
personas prefieren no buscar, no informarse y viven su bienestar y su comodidad
indiferentes al grito de dolor de la humanidad que sufre.
Casi sin
darnos cuenta, nos hemos convertido en incapaces de sentir compasión por los
otros, por sus dramas; no nos interesa preocuparnos de ellos, como si aquello
que les acontece fuera una responsabilidad que nos es ajena, que no nos
compete.
«Cuando
estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios
Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni
las injusticias que padecen…
Entonces
nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto,
y me olvido de quienes no están bien». (Tomado del mensaje por la paz del Papa
Francisco el 1º. de Enero del 2016)
El reino del norte (Israel) en el que profetiza Amós, por su
riqueza natural y por su contacto con otros pueblos está viviendo una época de
prosperidad, muchas veces legitimada por el culto, prosperidad que va
acompañada del empobrecimiento de muchos
El profeta se encara resueltamente con los principales
responsables de esta situación (las clases dirigentes de Samaría y de Jerusalén):
¡Ay de los descuidados en Sión! ¡Ay de los confiados en Samaría!.
En su inconsciencia y fatuidad, se entregan, sin preocupaciones, a
gozar de sus riquezas, suponiendo que su situación privilegiada ha de durar
siempre.
Dios se manifiesta en contra de su insensibilidad, y por ello el
profeta los amenaza con ir a la cabeza de los desterrados.
Como estos dirigentes son los que encabezan el enfrentamiento con
los asirios es obvio que serán los primeros en ser reprimidos con el destierro,
Para comprender la parábola del rico epulón es importante tomar en
cuenta que en la narración de Lucas esta parábola conecta con la postura que los
fariseos toman ante la riqueza, de modo que parece dedicada a ellos.
Es un error pensar que Jesús valora y alaba la situación inhumana
que vive Lázaro.
Lo que es obvio y muchas veces se trata de ocultar, es que el
Padre misericordioso reprueba la
conducta insensible del rico y muestra
su amor misericordioso ante el indigente Lázaro
Ser discípulo de Jesús hoy,
al estilo de Amós, implica para nosotros, hacer una denuncia permanente de la
insensibilidad que vive nuestra sociedad hacia los más desamparados.
Ser discípulo de Jesús hoy, implica para nosotros, de modo
especial en este año de la misericordia, escuchar con sensibilidad el clamor de
todos los que sufren y buscar formas de organización para remediar sus
necesidades
Cosme Carlos Ríos
Septiembre 24 del 2016
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