Vivimos
en una época marcada por la eficiencia y la productividad y el espíritu que impulsa
es el de la competitividad, de modo que tenemos la tendencia a la superación.
Por
lo general no tomamos en cuenta a los
demás y por lo mismo vamos relegando y empobreciendo a los menos competitivos
que casi siempre son los menos bien dotados.
El
libro del Eclesiástico o Sirácide fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C.
para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la
tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura
helenista.
Según
las confesiones que hace el autor en el libro,
él se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era
tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia.
Mantiene
como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo
tiempo subraya el valor de la tradición y la necesidad de la oración.
El
principio de su doctrina consiste en que
lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se
traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la
justicia y misericordia para con los débiles y necesitados.
Desde
su fuente de la experiencia, la observación, la reflexión y la oración el autor
nos invita hoy a actuar en todo con humildad, porque Dios revela sus secretos a
los humildes.
Jesús está comiendo invitado por
uno de los principales fariseos de la región. Lucas nos indica que los fariseos
no dejan de espiarlo.
Jesús, sin embargo, se siente
libre para criticar a los invitados que buscan los primeros puestos e, incluso,
para sugerir al que lo ha convidado a quiénes ha de invitar en adelante.
Con palabras claras y sencillas, Jesús le
indica al anfitrión cómo ha de actuar: «No invites a tus amigos ni a
tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos
Y al mismo tiempo, Jesús le señala
en quiénes ha de pensar: «Invita a los pobres, lisiados, cojos y
ciegos».
Los pobres no tienen medios para
corresponder a la invitación. De los lisiados, cojos y ciegos, nada se puede
esperar. Por eso, no los invita nadie.
Jesús no acepta es que las relaciones familiares sean siempre las relaciones prioritarias,
privilegiadas y exclusivas.
En
el reino nadie ocupa los primeros lugares ni por derecho propio ni por
cortesía; los primeros lugares los ocupan quienes hayan renunciado a la manera
humana de pensar y se hayan puesto al servicio de los demás.
A los que buscan el reino de
Dios, esforzándose por construir un mundo más humano y fraterno, Jesús les
recuerda que la acogida a los pobres y desamparados ha de ser anterior a las
relaciones interesadas y los convencionalismos sociales.
Ser
discípulo de Jesús hoy, vivir la sabiduría que Él enseño implica para nosotros
la actitud permanente de superación, pero no sólo como algo individual, sino
como miembros de la familia de Dios.
Esto
requiere reconocer las propias limitaciones y a la vez los valores de los demás
ayudando a que todos los hijos de Dios tengamos cada día una mejor calidad de
vida.
Ser
discípulo de Jesús hoy, implica para nosotros compartir nuestros bienes no con
los que tienen más o igual que nosotros, sino apoyar las causas de las personas
más desprotegidas
Cosme
Carlos Ríos
Agosto
28 del 2016
Fiesta
de San Agustín de Hipona, patrono de los Catequista
Felicidades
a todas las personas que participan en este importante ministerio.