Manifestemos
nuestro amor a Jesús
En
los crucificados de hoy
Pocos
creyentes hacemos o participamos en manifestaciones
levantando la voz en contra de las injusticias cometidas por la gente de poder
Son
aún menos los que se manifiestan en
defensa de los débiles y de los que sufren.
Nuestra
manera de celebrar el Domingo de Ramos y la Semana Santa depende de la imagen
que tengamos del Padre y de Jesús.
Los
evangelios nos dicen que el Padre ama al mundo y quiere que todos los hombres
se salven.
Nos
dicen que Jesús es el enviado del Padre que vino para que tengamos vida y vida
en abundancia. Vino para anunciar y hacer presente el Reino del amor, de la
justicia, de la paz y de la verdad
Jesús
luchó por la dignidad de las personas, por su inclusión en la sociedad, por el
alimento y la salud y rompió con leyes establecidas que impedían la vida y la
salud del pueblo.
Jesús
denunció los vicios de los escribas y fariseos que imponían cargas pesadas
sobre el pueblo y denunció a los sumos sacerdotes porque habían convertido el
Templo y toda la institución religiosa en una cueva de bandidos.
La
entrada a Jerusalén es una manifestación del amor que tiene el pueblo hacia
Jesús por los beneficios que de él ha recibido.
La
pasión y la cruz son el resultado de la ira de las autoridades religiosas y
políticas por la denuncia realizada por Jesús.
No
podemos aceptar que el Padre quiera el dolor y la crucifixión de su Hijo, pues
de esta forma estaríamos legitimando todo el dolor que hay en nuestro mundo
Al
aclamar a Jesús el pueblo manifiesta
su deseo de tener una vida digna en la que haya amor, justicia, alimento y
salud, cuyo anhelo ven posible encontrar en Jesús
Con
su manifestación, el pueblo está denunciando a los que le están negando una
vida digna.
Si queremos dar pleno sentido a nuestra vida,
no tenemos otro camino que el amor total, hasta la muerte si las circunstancias
lo exigieran, como lo hizo Jesús.
Ser
cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a
tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo
de esa manera, hace presente a un Dios sin ningún poder, pero repleto de amor.
Con
el pueblo que aclamó a Jesús tengamos el valor de levantar nuestra voz para manifestar
nuestro descontento en contra de las
injusticias (Soborno, corrupción, violencia, marginación, desigualdades, pobreza
etc.)
Con
el pueblo que aclamó a Jesús tengamos el valor de levantar nuestra voz para
manifestar en este momento electoral nuestra exigencia de que sean atendidas
las demandas del pueblo en justicia, dignidad, libertad en cosas muy concretas.
Con
el pueblo que aclamó a Jesús tengamos el valor de levantar nuestra voz para
hacer propuestas que atiendan los anhelos de los pobres y de los más
desamparados
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