Asumir la Cruz que comporta luchar
por un mundo más humano
Venimos de una
tradición religiosa, totalmente contraria al Evangelio, que ha dado mucha importancia al dolor, como
si fuera algo que agrada a Dios.
Recuerdo haber escuchado a personas que subían al Real
de Catorce con una penca de nopal en la espalda, para expiar sus pecados.
Lo
mismo sucedía con algunas personas que se hacían crucificar en el Vía Crucis
para pagar por sus pecados
El
profeta Jeremías (en torno al año 600 a. C.) realizó su misión en un momento de
grave conflicto, pues el pequeño país de Judá se encuentra en medio de dos
superpotencias: Egipto y Babilonia, enfrentadas militarmente.
Los
gobernantes de Judá, confiando en Egipto y en que siempre habrá un descendiente
de David en el trono, han decidido enfrentar a los babilonios, apoyándose en
Egipto.
Los
sacerdotes, confiados en la inviolabilidad del Templo de Jerusalén, apoyan las
decisiones de la corte. Y el pueblo, que confía en que Jerusalén es
indestructible, apoya entusiastamente a
ambos poderes.
Jeremías,
hombre, lúcido, que ve la debilidad de Egipto, y pacifista por naturaleza,
invita a someterse estratégicamente a
Babilonia y con ello se enfrenta a todo mundo.
El
luchar contra todos, desgasta y pone en crisis las motivaciones del profeta,
que, a pesar de todo dice: Me sedujiste Señor y me dejé seducir. Está es su
gran pasión: Seducido y motivado a una misión de conflicto.
La fidelidad a la misión, y no el amor
al dolor, llevó a Jesús a aceptar el tormento de la Cruz.
La
Cruz es un tormento que se impone sobre las personas, y es algo que desagrada a
Dios, algo que los cristianos nunca debemos buscar.
Cuando
Jesús nos invita a tomar la Cruz, nos está invitando a aceptar los riesgos que
comporta la fidelidad a la misión, que
es continuación de la misión de Jesús.
La
misión del profeta, la misión de Jesucristo y la misión del cristiano son
siempre humanizadoras y por lo mismo siempre chocan con los poderes que
deshumanizan.
Aceptar
la Cruz de Jesús, hoy, significa rechazar el dolor como camino agradable a
Dios, y luchar contra todo lo que deshumaniza a la persona.
Aceptar
la cruz de Jesús, hoy implica asumir las consecuencias que implica luchar para
que la vida de los migrantes sea más humana, contra todo lo que hace inhumana.
Aceptar
la cruz de Jesús, hoy implica asumir las consecuencias que implica la lucha
contra el machismo que desprecia y deshumaniza a las mujeres.
Aceptar
la cruz de Jesús, hoy implica asumir las consecuencias que implica la lucha por
la ecología contra todos los poderes que, buscando intereses personales,
perjudican a la naturaleza y a los más débiles
Agosto
29 del 2014
Cosme
Carlos Ríos
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