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sábado, 30 de agosto de 2014

Asumir la Cruz que comporta luchar por un mundo más humano
Venimos de una tradición religiosa, totalmente contraria al Evangelio,  que ha dado mucha importancia al dolor, como si fuera algo que agrada a Dios.
Recuerdo  haber escuchado a personas que subían al Real de Catorce con una penca de nopal en la espalda, para expiar  sus pecados.
Lo mismo sucedía con algunas personas que se hacían crucificar en el Vía Crucis para pagar por sus pecados

El profeta Jeremías (en torno al año 600 a. C.) realizó su misión en un momento de grave conflicto, pues el pequeño país de Judá se encuentra en medio de dos superpotencias: Egipto y Babilonia, enfrentadas militarmente.
Los gobernantes de Judá, confiando en Egipto y en que siempre habrá un descendiente de David en el trono, han decidido enfrentar a los babilonios, apoyándose en Egipto.
Los sacerdotes, confiados en la inviolabilidad del Templo de Jerusalén, apoyan las decisiones de la corte. Y el pueblo, que confía en que Jerusalén es indestructible,  apoya entusiastamente a ambos poderes.
Jeremías, hombre, lúcido, que ve la debilidad de Egipto, y pacifista por naturaleza, invita a someterse estratégicamente a Babilonia y con ello se enfrenta a todo mundo.
El luchar contra todos, desgasta y pone en crisis las motivaciones del profeta, que, a pesar de todo dice: Me sedujiste Señor y me dejé seducir. Está es su gran pasión: Seducido y motivado a una misión de conflicto.
La fidelidad  a la misión, y no el amor al dolor, llevó a Jesús a aceptar el tormento de la Cruz.
La Cruz es un tormento que se impone sobre las personas, y es algo que desagrada a Dios, algo que los cristianos nunca debemos buscar.
Cuando Jesús nos invita a tomar la Cruz, nos está invitando a aceptar los riesgos que comporta la fidelidad a la misión, que  es continuación de la misión de Jesús.
La misión del profeta, la misión de Jesucristo y la misión del cristiano son siempre humanizadoras y por lo mismo siempre chocan con los poderes que deshumanizan.

Aceptar la Cruz de Jesús, hoy, significa rechazar el dolor como camino agradable a Dios, y luchar contra todo lo que deshumaniza a la persona.
Aceptar la cruz de Jesús, hoy implica asumir las consecuencias que implica luchar para que la vida de los migrantes sea más humana, contra todo lo que hace inhumana.
Aceptar la cruz de Jesús, hoy implica asumir las consecuencias que implica la lucha contra el machismo que desprecia y deshumaniza a las mujeres.
Aceptar la cruz de Jesús, hoy implica asumir las consecuencias que implica la lucha por la ecología contra todos los poderes que, buscando intereses personales, perjudican a la naturaleza y a los más débiles
Agosto 29 del 2014
Cosme Carlos Ríos




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