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sábado, 26 de abril de 2014


El resucitado crea la comunidad para la misión

 

Es muy significativo que los creyentes en Jesús acostumbramos vivir nuestra fé en forma individual: poco nos reunimos para escuchar la Palabra, poco nos reunimos espontáneamente para hacer oración, y ayudarnos en nuestras necesidades.

Pocas personas se toman en serio la misión de continuar la obra del Resucitado, construyendo con hechos y palabras el Reinado de Dios.

Damos mucho más importancia a la imagen que presentamos ante los demás, que a la imagen del Crucificado que ha resucitado y está vivo y presente entre nosotros.

 

El libro de los Hechos se escribe por el año 80 de nuestra era, momento en el que ya han desaparecido aquellos que fueron testigos del encuentro con Jesús resucitado: no hay más testigos oculares.

Para mantener el rumbo del camino iniciado por Jesús, para que las nuevas comunidades puedan seguir la pista, el autor recoge las tradiciones sobre la Iglesia en diferentes comunidades.

En el libro de los Hechos descubrimos una Iglesia conducida por el Espíritu, una Iglesia misionera, una Iglesia que se estructura en pequeñas comunidades

El texto de hoy nos presenta como modelo de Iglesia, la comunidad de Jerusalén. Está formada por aquellos que aceptaron el misterio pascual de Jesús: su muerte y resurrección.

Ellos se reúnen para escuchar la Palabra de Jesús, para la oración, para la fracción del pan (Eucaristía) y se distinguen de los demás por su unidad y su vida compartida.

El evangelio de Juan se escribe por el año 90 y recoge tradiciones de varias comunidades; quiere responder a los problemas de una comunidad, que desde el año 80, ha sufrido una persecución acérrima por parte de los dirigentes de la religión judía.

Esto los ha llenado de miedo y se encuentran encerrados y han abandonado la misión que Jesús recibió del Padre.

El autor recuerda a estos discípulos la experiencia de los discípulos de Jesús después de su muerte; la forma en que Jesús se presenta ante ellos y les desea la paz.

Se identifica ante ellos mostrando sus manos y su costado, señal de que él sigue siendo sacrificado en aquellos que son  masacrados por denunciar una sociedad de injusticia y desigualdad.

Jesús les concede el don del Espíritu Santo para que tengan luz y fortaleza, les recuerda que El trajo una misión del Padre y que a ellos les toca, ahora, continuar con la misión

 

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros dejar el individualismo y reunirnos con otros creyentes para escuchar y meditar juntos la Palabra, para dialogar (escuchar y responder) a Dios, y para construir la unidad en la hermandad.

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros vencer el miedo, crear la confianza en los demás y abrirnos a los que son diferentes, para, juntos, construir un mundo de paz.

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros trabajar por un mundo mejor: de justicia y solidaridad más que preocuparnos por ser una Iglesia tiene una bella imagen.

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros tomar conciencia de la misión, de seguir construyendo el Reinado de Dios, saliendo del encerramiento en el templo y haciéndonos presentes ahí donde el sufrimiento reclama nuestra presencia.

Cosme Carlos Ríos

Abril 26 del 2014

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