La Santísima Trinidad
la mejor comunidad
Los cristianos, en general,
acostumbramos vivir nuestra religión de forma individual y esto se
manifiesta en muchos que quieren un Sacramento sólo para su hijo o que la
intención de la Eucaristía sea sólo por un difunto.
Participamos en la Eucaristía, pero poco o nada nos interesamos por el
que está al lado o por aquellos que hoy no están presentes, ni por los
problemas de la sociedad.
A diario invocamos a las tres divinas personas pero no entendemos cuál
es el papel que cada uno tiene en nuestra vida.
La primera lectura de hoy es un himno a la sabiduría divina. La
Sabiduría es encarnada ya que el proyecto divino se realiza en la creación y en
la historia; la voluntad de Dios se manifiesta en la Escritura y a través de su
Espíritu se convierte en una realidad interior al ser humano.
El evangelio de hoy nos muestra la quinta promesa del Espíritu en el
evangelio de Juan. Se habla del Espíritu como defensor y como maestro de la
comunidad de discípulos, llamándolo “Espíritu de la verdad”.
El Espíritu aparece con la misión de “llevar a la comunidad hacia la
verdad completa”, que la comunidad de discípulos comprenda todo lo dicho y
enseñado por Jesús en el pasado.
El Espíritu hará que la palabra de Jesús sea siempre viva y eficaz, su
amor capaz de iluminar en cada situación histórica la vida y la misión de la
comunidad.
El Espíritu Santo no propone una nueva revelación, sino que conduce a
una total comprensión de la persona y del mensaje del Señor Resucitado.
La función del Espíritu con relación a Jesús y a su palabra define la relación
entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.
La Revelación tiene su origen en el Padre, es realizada por el Hijo y se
perfecciona en la comunidad con la interpretación del Espíritu.
Jesús será siempre el Revelador del Padre; el Espíritu de la Verdad, en
cambio, hace posible que la revelación de Cristo penetre con profundidad en el
corazón de la comunidad creyente.
Para el camino de la comunidad de discípulos el Espíritu será el guía No
transmitirá una doctrina nueva, explicará y aplicará el mensaje de Jesús, y
descubrirá en él virtualidades antes ocultas.
Al mismo tiempo, irá interpretando la historia; así irá guiando a la
comunidad de discípulos en su actividad en favor del hombre.
Para acertar en lo que conviene, hemos de estar atentos, por una parte
a la vida y a la historia, y, por otra a la voz del Espíritu que la interpreta.
La penetración del mensaje, es decir, la sintonía del amor, hace posible
la interpretación de la historia. Nos quiere decir Jesús que sólo a través del
amor podemos conocer el ser del hombre, interpretar su destino y realizar la
sociedad humana.
El criterio para interpretar la historia, basado en la sintonía con
Jesús, se concreta en la realización del hombre, designio del Padre y expresión
de su amor.
Creer en la Trinidad Santa implica para nosotros un esfuerzo permanente
por vivir el amor en la unidad, por construir la comunidad de discípulos de
Jesús.
Creer en el Padre, (que nos da la vida) implica para nosotros un
esfuerzo permanente por construir la hermandad y por vivir en armonía con todos
los seres
Creer en el Hijo (el enviado) implica para nosotros un esfuerzo
permanente por continuar su misión, de anunciar, con hechos y palabras, el
reino del amor, de la justicia, de la paz y de la verdad.
Creer en el Espíritu Santo (el maestro, el guía) implica para nosotros
un esfuerzo permanente por penetrar en las palabras de Jesús y con ellas
interpretar la vida y la historia.
CCR
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