El
cuerpo y la sangre de Cristo
Con
el correr del tiempo, la Cena fraterna que estableció Jesús en memoria de su
obra, la hemos ido convirtiendo en un ritual que poco tiene del ambiente
fraterno vivido por el Nazareno.
Muchas
personas asistimos a la celebración, pero muchas no participamos en el banquete
porque se han introducido leyes y costumbres que excluyen de la participación.
El
signo mismo de la Cena se expresa tan poco, que si no fuera por la tradición
que hemos recibido, este signo (la hostia) sería insignificante (No tendría
sentido).
Pocos
de los que participan en la Cena del Señor salen con el compromiso de compartir
y de vivir la solidaridad, frente al problema del hambre.
El
texto que hoy leemos en el libro del Génesis, fue escrito a mucha distancia de
los hechos, por lo que no podemos tomarlo como histórico, sino más bien tratar
de descubrir su significado.
Melquisedec,
rey de Salem (¿Jerusalén?) ofrece a Abraham, que regresa victorioso, un
banquete de pan y vino y le da una bendición.
El
pasaje de la 1ª. carta a los corintios
es el relato bíblico más antiguo que habla sobre la Cena del Señor Jesús.
Este
pasaje ubica la Cena de Jesús “la noche en que iba a ser entregado” y por lo
mismo nos refiere a las comidas que Jesús durante realizó durante su ministerio
y se nos presenta como el testamento de Jesús.
El
cuerpo de Jesús que hemos de comer es el que fue entregado y por lo mismo, al
comerlo nos invita a una vida de entrega a la causa de Jesús, la Causa del
Reino del amor de la justicia, la paz y la verdad.
La
sangre que hemos de beber es la sangre que Jesús derramó por fidelidad al Padre
y nos compromete a luchar hasta las últimas consecuencias por proclamar la
Buena Notica de Jesús y vivir el amor misericordioso.
A
la multitud que sigue a Jesús y que tiene hambre, los discípulos quieren despedirla,
para que resuelva su problema mediante la compra, pero El les dice “Tienen
ustedes que darles de comer”
Compartir
es la forma que enseña Jesús y este compartir hace que quede resuelto el
problema del hambre de la multitud y que aún sobre.
Celebrar
la fiesta del Cuerpo de Jesús implica para nosotros entender que Jesús entregó
su cuerpo al servicio del Padre y de los hermanos y que este tiene que ser el
estilo de los que participamos en ella.
Celebrar
la fiesta de la Sangre de Jesús implica para nosotros estar dispuesto a
aguantar las críticas contradicciones y persecuciones que nos vengan por luchar
por un mundo de justicia y hermandad.
Celebrar
la fiesta del Cuerpo y de la sangre de Jesús implica para nosotros hacer que
nuestras celebraciones sean realmente una Cena fraterna en la que todos nos
conocemos, nos queremos y nos respetamos.
Celebrar
la fiesta del Cuerpo y de la sangre de Jesús implica para nosotros vivir la solidaridad
especialmente para con los que pasan hambre y evitar el desperdicio de los
alimentos.
Celebrar
la fiesta del Cuerpo y de la sangre de Jesús implica para nosotros luchar para
que las empresas alimentarias utilicen precios que estén al alcance de todos.
CCR
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