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sábado, 10 de marzo de 2012

Para una sociedad De igualdad, justicia y libertad: Los 10 mandamientos




Muchos creyentes usamos los 10 mandamientos como norma de vida; pero solemos interpretarlos en forma individualista y con ello damos legitimidad al poder que oprime, que quita la libertad y crea desigualdades.

Nuestros templos, por su apariencia de grandiosidad y por la suntuosidad del culto, dan la impresión de riqueza y de comercialización.
En los templos y en la actividad de la Iglesia se hace poco énfasis en la justicia, en la libertad y en la igual dignidad de las personas y poca o nula es la denuncia en contra de la violación de estos valores.

El redactor del texto Éxodo 20, 1-17, (que refiere  la entrega de los 10 mandamientos), presenta como autor de esta ley a “Yahvé tu Dios que te sacó de Egipto, la casa de la esclavitud”  
Al colocar la entrega de esta ley al pie del Monte Sinaí, que está en el camino que va de la tierra de la esclavitud a la tierra prometida, hace de los 10 mandamientos, a la vez, una protesta y una propuesta.
Una protesta contra un proyecto de injustica, de esclavitud y de desigualdad (La sociedad egipcia). Una propuesta para establecer en la tierra prometida un proyecto de libertad, de justicia y de igualdad.

En el pueblo de Israel el primer intento de construir un templo corresponde al rey David, que con ello pretendía legitimar sus actitudes imperialistas, poniendo al mismo Yahvé bajo su control, pues el templo a construir dependería del mismo David.

Sin embargo en la Biblia el templo se  propone como lugar de Encuentro del Pueblo con su Dios y de Dios con su pueblo.
Con el correr del tiempo, hasta Jesús, el templo se convirtió en la sede del poder, no sólo religioso, sino también político y económico (En el recinto del templo se guardaban las grandes fortunas para el comercio nacional e internacional)
Los encargados del templo, los sacerdotes, controlaban todas las actividades que en él se realizaban, haciendo de él, el único espacio donde podían adquirirse las ofrendas para Dios.
Esto producía un enriquecimiento para los sacerdotes y al mismo tiempo una explotación para el pueblo, y todo esto, en nombre de Dios. Era por tanto, el templo, un símbolo del poder que exprime al pueblo en nombre de Dios.

Al realizar la purificación del templo, Jesús quita legitimidad al templo de Jerusalén y a los sacerdotes, a la vez que propone su propia humanidad como nuevo lugar de encuentro con el Padre y con los hermanos.

En el esfuerzo por vivir nuestra conversión personal, propia de la Cuaresma, es importante que vivamos los diez mandamientos como medios para vivir la justicia, la igualdad y la libertad.
Es importante que en nuestros grupos y comunidades revisemos nuestras relaciones,  para que sean de justicia, igualdad y libertad y es necesario, que todos los que participamos en grupos de Iglesia, luchemos por construir una sociedad de justicia, igualdad y libertad.
 Si nuestros templos son signo de la presencia de Jesús, es necesario que pongan de manifiesto la gratuidad de toda su obra salvadora, evitando las apariencias de comercialización y  promoviendo que los que en ellos nos reunimos, vivamos la justicia, la igualdad, la hermandad y libertad.
Además los que participamos en el templo hemos de realizar alianzas con todas las personas, grupos y comunidades de buena voluntad, para construir una sociedad de justicia, igualdad y libertad.
Hagamos propuestas, busquemos los medios ¿Cuál tiene que ser el primer paso?


  


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