Más
de un millón de niños se han quedado huérfanos o han sido separados de sus
familias por causa de la guerra”, dice un informe del Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia.
También
hay un gran número de madres solteras, abandonadas o divorciadas que han de
asumir la difícil tarea de salir adelante y criar solas una familia.
Las diversas
problemáticas más apremiantes que viven los jóvenes actualmente son: la
violencia, el desempleo, la pobreza y la inequidad en educación.
Elías es uno de los
profetas más antiguos, por lo que no tenemos escritos de él, sólo conocemos
algunos relatos populares que fueron recogidos en el primer libro de los Reyes.
Este libro se terminó
de escribir, después del destierro y el texto de hoy nos habla de la acción de Elías en defensa de
la fé en el Dios del Éxodo.
Su gran afirmación es
mi Dios es Yahvé y su mismo nombre “Elías” significa Yahvé es mi Dios.
La escena que leemos
hoy, en que Elías resucita al hijo de la viuda contrasta con la actitud del rey
Acab que promueve la muerte.
En este signo, la
viuda reconoce que Elías es un profeta “un hombre de Dios”
El relato del
evangelio que leemos hoy, es un texto exclusivo de Lucas
Jesús llega a Naín
cuando en la pequeña aldea se está viviendo un hecho muy triste. Jesús viene
del camino, acompañado de sus discípulos y de un gran gentío.
De la aldea sale un
cortejo fúnebre camino del cementerio: Una madre viuda, acompañada por sus
vecinos, lleva a enterrar a su único hijo.
Lucas nos describe la
trágica situación de la mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja
en aquella sociedad controlada por los varones.
Le quedaba solo un hijo, pero también este
acaba de morir. La mujer no dice nada. Solo llora su dolor.
El encuentro ha sido
inesperado. Jesús venía a anunciar también en Naín la Buena Noticia de Dios. El
texto nos dice «el Señor la miró, se conmovió
y le dijo: No llores».
Jesús no conoce a la
mujer, pero la mira detenidamente. Capta su dolor y soledad, y se conmueve
hasta las entrañas. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro.
Su reacción es
inmediata: «No llores». Se
acerca al féretro, detiene el entierro y dice al muerto: «Muchacho,
a ti te lo digo, levántate».
Cuando el joven se
reincorpora y comienza a hablar, Jesús «lo
entrega a su madre» para que deje de llorar.
Al “tocar cadáver”, Jesús provoca impureza
ritual; pero, Él muestra que la compasión es la que marca el
encuentro con Dios y no los ritos.
Jesús acompaña su
acción con una palabra de autoridad dirigida al muchacho. “joven, te lo
digo a ti…” La orden dada por Jesús es que se “levante”
El afirmar que “se
puso a hablar”, es una manera de dejar constatación que el sujeto está
realmente vivo y no se trata de una ilusión.
La frase “se lo dio a
su madre” repite literalmente el hecho de Elías dando el hijo resucitado a la
madre viuda.
Luchar como Elías y
como Jesús en defensa de la vida de los jóvenes significa para nosotros
combatir en forma clara y organizada la
violencia, el desempleo, la pobreza y la inequidad en la educación.
Vivir la misericordia
como Elías y como Jesús en apoyo a las madres abandonadas implica valorar los
esfuerzos que hacen las viudas y madres solteras para sobrevivir, y esforzarnos
por construir organismos que las apoyen en su difícil tarea.
Devolver los hijos a
sus madres, como Jesús y como Elías implica para nosotros organizarnos para
ayudar a los jóvenes metidos en los vicios y en la violencia a que se regeneren
y se reintegren a la familia y a la sociedad.
¿Cuál tiene que ser nuestra tarea?
¿Qué tipo de organizaciones hemos de impulsar?
¿Cuáles han de ser nuestros objetivos?
Junio 04 16
Cosme Carlos Ríos
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