Seguir a Jesús, apoyando a los que reclaman sus derechos
Esta semana se ha
caracterizado por las protestas de los maestros y la respuesta represiva del gobierno.
Cuando hay una voz
discordante es señal de que la propuesta no beneficia a todos, y si son muchas
voces que protestan no podemos decir que son sólo actos de vandalismo, sino que
mucha gente se siente atropellada en sus derechos.
La represión indica
que no hay capacidad de dialogar o de que las cosas se quieren imponer
tercamente.
En estos casos, el
diálogo es urgente y exige que ambas partes presenten las cosas en forma
objetiva y con afán de escuchar y atender a la otra parte
En la primera lectura
de hoy, vemos el llamado de Eliseo a la misión profética. Al profeta Elías se
le encarga que unja a Eliseo como profeta para continuar la misión fiel y
valerosa del propio Elías.
El encuentro se da
cuando Eliseo, un campesino, está labrando la tierra; Elías le echa su manto
encima y Eliseo dejando sus bueyes corre
detrás de Elías.
Eliseo pide a Elías permiso
para despedirse de su familia y este se lo autoriza. En seguida, con su
instrumento de trabajo: los bueyes y los aperos, ofrece un holocausto y lo
comparte con su gente.
Dejar atrás el
antiguo modo de vivir, despedirse definitivamente de la familia, ofrecer el
holocausto a Dios son las características que distinguen al sucesor de Elías.
En la misión
profética, Eliseo, como el propio Elías, ha de mantener la fidelidad a Yahvé y
la denuncia del rey que asesina a los campesinos y los despoja de sus tierras, sabiendo,
que esto suele provocar la represión.
Jesús ha comunicado a
sus seguidores la trágica muerte que le espera de parte del poder religioso y
político de su tiempo por defender la vida del pueblo y denunciar a los poderes
que lo oprimen.
En seguida, pone a
sus seguidores como condición para el discipulado, el aceptar los mismos
riesgos.
Hoy Lucas nos dice
que cuando llegó el tiempo de su partida, de su entrega al servicio de la vida
del pueblo, Jesús tomó la firme determinación de ir a Jerusalén.
En su camino se encuentra
con el fanatismo de los samaritanos que le niegan alojamiento por el hecho de
que se dirige a Jerusalén, y con la intolerancia de sus discípulos que quieren
quemar a aquella gente.
En este contexto
aparece uno que le dice a Jesús “Te seguiré a donde quiera que vayas”. Jesús
interpreta que esta persona tiene otros intereses por lo que le contesta que él
tiene menos bienes que los zorros y que las aves: no tiene dónde reclinar la
cabeza.
Enseguida Jesús
invita a otro a que lo siga, pero, si nos fijamos en la respuesta de Jesús,
este hombre quería seguir a Jesús después de la muerte de su padre, que seguramente
no estaba tendido.
Jesús le responde que
la invitación, el llamado, el seguimiento es para hoy y no para más tarde
Otro más se ofrece a
seguir a Jesús, pero al parecer quiere un seguimiento a medias, seguir a Jesús,
pero sin cambiar su estilo de vida.
A este Jesús le pone
un ejemplo de campo: No se puede llevar el arado y mirar para atrás porque si
miras para atrás, el arado y la yunta se van por otro lado.
Seguir a Jesús hoy,
como Eliseo implica para nosotros ser fieles al proyecto del Reino de amor,
justicia, paz y verdad y denunciar a los que atropellan la dignidad y los
derechos de las personas.
Seguir
a Jesús hoy, Eliseo implica para nosotros escuchar las demandas de los maestros
y apoyarlos en sus justas demandas, conscientes que también nosotros podemos
ser víctimas de la represión.
Seguir a Jesús hoy, implica
para nosotros denunciar las formas represivas que se usan para acallar la voz
del pueblo.
Seguir a Jesús hoy, implica
para nosotros urgir al diálogo entre las partes, en la que se presenten y sean
escuchadas y atendidas las legítimas demandas de ambas partes.
Cosme Carlos Ríos
Junio 25 del 2016