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sábado, 4 de julio de 2015

Valorar las pequeñas personas
Y los pequeños proyectos

En nuestra vida social solemos valorar a las personas por lo que tienen,  por los títulos académicos que poseen, por el poder que ostentan, por la influencia que tienen o por la familia de la que proceden
A quien no tiene nada de eso no se le escucha. No se le tiene en cuenta.
Los mártires son personas que, en nombre del Evangelio, denuncian personas, situaciones o  sociedades que violan la justicia y atropellan los derechos humanos: Derechos de Dios
El proyecto de Dios, que es proyecto de amor, de justicia, de verdad y de paz encuentra oposición en aquellos que buscan el poder, la riqueza y la fama.

Ezequiel, hijo del sacerdote Busí, del que tomamos la primera lectura de hoy, recibe el llamado de Dios en el destierro de Babilonia y los destinatarios de su misión son los que confían en el poder religioso, político y militar.
Desde su llamado, desde el comienzo de su misión profética, se le advierta a Ezequiel que se le envía a un pueblo desobediente y rebelde.
Pero contará con el poder de Dios para realizar su misión.
Los que buscan el poder la riqueza y la fama por encima de los demás, atropellan los derechos de Dios al atropellar los derechos de los demás
Jesús se presentó en su tierra; Nazaret, donde había pasado la mayor parte de sus años. Llega como maestro, acompañado de un grupo de discípulos.
Seguro que hasta allí habían llegado las calumnias y las descalificaciones puestas en circulación por los enviados de Jerusalén, centro del poder religioso...
Por eso habían llegado a decir que estaba loco, y por eso habían ido su madre y sus parientes más cercanos a buscarlo.
También había llegado a su tierra la fama de otras cosas que hacía: por donde pasaba brotaba la libertad, los hombres recuperaban su dignidad y sobreabundaba la vida.
Pero allí, en su tierra, no le hicieron caso. El sábado fue a la sinagoga, en donde estaban todos reunidos; y, aunque lo que dijo les impresionó, no se lo creyeron: ¡el carpintero, dándoselas de maestro y de profeta!
Jesús, ante la reacción de los suyos, reafirma, llamándose a sí mismo profeta, que su enseñanza y su actividad están respaldadas por el mismo Dios en el que dicen creer.
Sus enseñanzas, que acaban de escuchar impresionados, no son un invento suyo: les habla en nombre del Dios que ya había hablado por los profetas en la antigüedad, profetas que fueron rechazados como él por su pueblo.
Pero no reniega de su origen, de su tierra, de su casa, de sus hermanos; no reniega de su ser de hombre de pueblo que ha trabajado, que ha sudado entre aquellos que acaban de escucharlo y que ahora lo rechazan.
No lo rechazan porque no estén de acuerdo con lo que dice, o por el bien que hace, sino porque es uno de ellos, con su misma piel, con los mismos callos en sus manos; porque es el carpintero.
No, no pudo hacer nada en su pueblo; sólo alguna curación. Porque les faltaba la primera condición para poder recibir algo de Dios: la fe.

Hoy, ser fieles al evangelio y a Jesús, significa para nosotros, valorar a las personas no por lo que tienen, sino por su dignidad, y valorar los esfuerzos que hacen por construir un mundo donde haya vida digna para todos
Hoy, ser fieles al evangelio y a Jesús, significa para nosotros, con nuestra vida y con nuestra palabra, luchar contra el individualismo y contra la corrupción, no sólo de las autoridades.
Hoy, ser fieles al evangelio, significa para nosotros, con nuestra vida y con nuestra palabra, luchar para ser auténticos ciudadanos, que, desde lo pequeño, nos preocupamos por el bien de los demás.
Hoy ser fieles al evangelio significa para nosotros, con nuestra vida y con nuestra palabra, integrar nuestros planes con los planes de los que tienen las mismas necesidades y el mismo proyecto.
Cosme Carlos Ríos
Julio 04 2015


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