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sábado, 31 de agosto de 2013

La verdadera grandeza está en hacerse pequeño
En nuestra sociedad hay un complejo sistema de normas de protocolo por las que cada trata de sobresalir haciendo menos a los demás.
En los actos públicos, las autoridades civiles ocupan uno u otro lugar según escalafón, observando una rigurosa jerarquía en los puestos.
Se está ya tan acostumbrado a tales reglas, que parece normal este comportamiento jerarquizado.
Bajo el pretexto de que la Iglesia es jerárquica, se ha creado también una escalera de relaciones en la comunidad distamos mucho de ser la familia de Dios en la que todos somos hermanos.
No es el amor o el servicio el móvil para ser grandes, sino, casi siempre el deseo de subir, de hacer carrera

El autor del libro del Eclesiástico (Sirácides) escibe por el año 200 antes de Jesucristo. El pueblo acaba de entrar bajo la dominación de la dinastía de Seleuco Esto lleva a que se estén adoptando costumbres extranjeras.
El autor opone a esas novedades toda la fuerza de la tradición religiosa de su pueblo. El es un escriba que une el amor a la Sabiduría con el amor a la Ley de Dios.
En el texto que leemos hoy, el autor invita a sus lectores a que procedan con humildad, e invita a mostrar la verdadera grandeza haciéndose tanto más pequeño
En su camino a Jerusalén, Jesús es invitado a comer en casa de uno de los fariseos, que, lo estaban observando (vigilando)
Jesús observa la forma en que los convidados buscan los lugares de honor y les invita a que cuando sean invitados a un banquete ocupen el último lugar.
Al anfitrión le recomienda que cuando haga una fiesta no invite a las personas que lo pueden recompensar sino que invite a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos porque ellos no podrán pagarle.

Vivir las enseñanzas de Jesús hoy implica un esfuerzo permanente por valorar a los demás, de modo particular a “a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos” como nos lo enseña Jesús
Vivir las enseñanzas de Jesús hoy implica un esfuerzo permanente por organizar nuestras comunidades de modo que, lo que nos distinga sea nuestra capacidad de amar y servir, sin reconocimientos.
Vivir las enseñanzas de Jesús hoy implica un esfuerzo permanente por organizar nuestras comunidades de modo que se eviten todo tipo de desigualdades o preferencias y vivamos realmente la hermandad
Cosme Carlos Ríos
Agosto 31 del 2013


sábado, 24 de agosto de 2013


Nuestra misión: Ofrecer a los alejados el banquete del Reino

 

Del 19 al 22 de Agosto participé en la reunión de la Red de Solidaridad Sacerdotal en la ciudad de Tula, Hidalgo.

Al hacer análisis de la situación eclesial en México, descubrimos que uno de los grandes desafíos para la Iglesia es el mostrar la misericordia de Jesús hacia los migrantes-

En nuestro país la situación que viven los migrantes es deplorable, pues por su apariencia, muchas personas y las mismas autoridades los tratan como si fueran delincuentes.

El día 1 de Septiembre celebramos la Jornada mundial del Migrante con el tema: Peregrinos de fe y esperanza, como un momento para reflexionar y actuar, mostrando a los migrantes la misericordia de Jesús.

 

El texto de Isaías que leemos hoy corresponde al tercer Isaías que escribe durante la época de la restauración después del exilio en Babilonia. El texto de hoy anima a la construcción del templo en el monte Sión y presenta la gloria que tendrá el nuevo templo.

Presenta el plan de Dios para todos los pueblos, en contra del sentir del Judaísmo que se consideraba único destinatario de la obra de Dios

Dios va a reunir a todos los pueblos y mandará a unos mensajeros para que anuncien su gloria a todas las naciones; ellos vendrán al templo y de entre ellos Dios escogerá ministros para su templo.

Durante su viaje a Jerusalén, le preguntan a Jesús sobre el número de los que han de salvarse, a lo que Jesús responde invitando a practicar las obras del Reino (la puerta estrecha)

Añade que no basta haber escuchado a Jesús, el haber compartido la vida con El, hace falta practicar las obras de misericordia.

Jesús añade que en el banquete del Reino participarán muchos de  lejos, mientras que los judíos se quedarán fuera. El banquete del Reino se abre a todos, pero privilegia a los lejanos.

 

Seguir a Jesús hoy implica para nosotros realizar las obras de misericordia (Dar de comer, dar de beber, dar alojamiento, defender la dignidad de los extranjeros) que pasan a nuestro lado, sin distinción de raza o religión.

 Seguir a Jesús hoy implica para nosotros organizar nuestro trabajo pastoral de modo que el Evangelio de Jesús, las obras de misericordia, alcancen a todos aquellos que están geográfica, social o humanamente alejados.

Seguir a Jesús hoy implica para nosotros dejar de sentirnos los consentidos de Dios, los únicos que merecen y alcanzarán la salvación.

Cosme Carlos Ríos

Agosto 25 del 2013

 

 

 

 

 

sábado, 17 de agosto de 2013

Con Jesús, en la lucha por la paz, afrontemos el conflicto
Por todas partes vemos situaciones de violencia: en la familia, en la sociedad y en la misma Iglesia. El respeto a la dignidad y a los derechos de cada persona no constituye la norma principal de nuestra vida.
En nuestro mundo siempre hay conflictos armados, pero no en defensa de la dignidad y de los derechos de las personas, sino en defensa de los intereses de las personas de poder.

El profeta Jeremías ejerció su ministerio en torno al año 600 a. C: Le tocó vivir el antes, durante y después de la destrucción de Jerusalén.
El rey, la corte, los sacerdotes y el ejército poniendo erróneamente su confianza en el apoyo de Egipto, han tomado la decisión de enfrentar al ejército de los babilonios.
Jeremías, pacifista por naturaleza, y consciente de su misión y de la situación real, invita a someterse estratégicamente a los babilonios.
El pasaje de hoy nos muestra la actitud que los jefes de Judá toman en contra de Jeremías y lo ubica precisamente durante el asedio a Jerusalén.
El proyecto de Dios que enarbola Jeremías, va de frente contra los intereses de los grandes de Judá, que al darse por vencidos tendrían que pagar tributo a los babilonios.
Jesús advierte que su proyecto del Reino destruye la paz y descubrimos que, ante ese proyecto,  aparecen intereses contrarios  que buscan el poder, la riqueza y la fama.

Buscar el Reino de la justicia y de la paz supone el respeto, la valoración y la tolerancia de las demás personas; por el contrario la riqueza, el poder y la fama se consiguen mediante la injusticia y el atropello de las personas.
Como le sucedió al mismo Jesús, optar por el Reino de Dios, el esfuerzo por construir la paz, provoca el enfrentamiento con todos los poderes.

Ser discípulos de Jesús, trabajar por la paz, significa para nosotros hoy,  un esfuerzo permanente para que desde nuestras comunidades se viva y  se proclame el respeto y la dignidad en cada familia.
Ser discípulos de Jesús, trabajar por la paz, significa para nosotros hoy,  un esfuerzo permanente para que en cada familia se respete la dignidad y los derechos de todos, en particular de los niños y de la mujer.
 Ser discípulos de Jesús, trabajar por la paz significa para nosotros hoy  un esfuerzo permanente a fin de que, unidos a los pacifistas de todo el mundo, luchemos para que todas las personas sean respetadas en su derecho a la alimentación, a la salud y a una paz con justica.
Seremos criticados y tal vez atacados, pero esto mismo le sucedió a nuestro Maestro Jesús. Adelante con Él.
Agosto 17 del 2013
CCR


sábado, 10 de agosto de 2013


Para esperar la venida de Jesús:

Compartir nuestros bienes y ser servidores.

Vivimos una espiritualidad más al estilo de los monjes, con énfasis en la vida contemplativa y por ello, desde la fe no damos mucho valor a las actividades de la vida diaria.

El desprendimiento evangélico de los bienes y la actitud permanente de servicio no forman parte de las actitudes fundamentales de cada cristiano.

La espiritualidad significa vivir el Evangelio de Jesús en el tiempo y en el estado de vida de cada uno: por eso la forma de vivir el evangelio tiene que ser diferente en los religiosos, los ministros ordenados y el pueblo fiel.

El común de los bautizados tiene que vivir el Evangelio en las actividades familiares, económicas, educativas, políticas, etc., mientras que los ministros tenemos que vivirlo realizando nuestro ministerio conforme al Evangelio, y los Religiosos han de vivir el Evangelio de acuerdo a las normas de su instituto.

 

El libro de la Sabiduría nos recuerda la importancia que tenía la fiesta de Pascua para el pueblo de Israel

En la celebración de la Pascua, los israelitas fortalecían su esperanza en el mundo nuevo de Dios (Sin impuestos ni trabajos forzados) y renovaban su compromiso de colaborar con Él en la construcción de ese mundo nuevo.

Jesús, después de la parábola del rico necio, se dirige a sus discípulos para insistir en la necesidad de estar en vela. Para ello dos son las actitudes básicas del discípu­lo de Jesús:

1) Vendan  sus bienes y dénlo en limosna; háganse bolsas que no se estropeen, una riqueza inagotable en el cielo; .. donde tengan su riqueza tendrán el corazón.

2) Tengan el delantal puesto y encendidas las velas; como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame.

El mandato de vender los bienes, tiene que ser vivido hoy de una manera diferente. Pero el espíritu es claro: ser solidarios, compartir, hacer partícipes a los demás de los bienes que llamamos 'propios'; ser miseri­cordiosos, compasivos, justos.

Ejercer de servidores, es la esencia del cris­tianismo es el servicio incondicional al prójimo hasta la muer­te. Y esto no es consejo para unos cuantos, sino para todos

Sólo así estaremos preparados, en vela, para la vuelta del amo de la boda, imagen del reino definitivo, que se anticipa cada vez que celebramos la eucaristía.

En la celebración de la Eucaristía los discípulos de Jesús fortalecemos nuestra esperanza en el mundo nuevo de Dios (El reino del amor, de la justicia, de la verdad y de la paz) y renovamos nuestro compromiso de seguirlo anunciando y construyendo.

 

Celebrar la Nueva Pascua en la Eucaristía ha de significar para nosotros comprometernos a trabajar por combatir las causas de todo lo que deshumaniza a la persona.

Celebrar la Nueva Pascua en la Eucaristía ha de significar para nosotros para nosotros vivir permanentemente sirviendo a los niños más débiles, a los adolescentes menos atendidos, a los ancianos olvidados.

Celebrar la Nueva Pascua en la Eucaristía ha de significar para nosotros vivir con austeridad y solidaridad, deshaciéndonos de todo aquellos que no necesitamos y a otros les hace falta

CCR

Agosto 10 del 2013

 

 

 

sábado, 3 de agosto de 2013


Enriquecerse de lo que es agradable a Dios

100.000 personas mueren de hambre, o de sus consecuencias inmediatas, cada día. Cada cuatro minutos, alguien pierde la vista debido a la falta de vitamina A.

Hay 854 millones de seres humanos gravemente sub alimentados, mutilados por el hambre permanente Cada año, casi 11 millones de menores de 5 años mueren como consecuencia directa o indirecta del hambre y la alimentación inadecuada o insuficiente.

 Millones de niños padecen enfermedades relacionadas con la falta de vitaminas y minerales, y con la contaminación de los alimentos y el agua.

El hambre y la desnutrición son el resultado de haber excluido a millones de personas del acceso a bienes y recursos productivos, tales como la tierra, el mar, el agua, las simientes, la tecnología y el conocimiento.

Son, ante todo, consecuencia de las políticas económicas, sociales y comerciales a escala mundial, regional y nacional.

Impuestas por los Gobiernos o Estados de los países desarrollados, en su afán de acumular mantener y acrecentar su hegemonía política, económica, cultural y militar.

Esto ocurre en un planeta que rebosa de riquezas. Detrás de cada víctima hay un asesino. El orden mundial actual no sólo es mortífero, además es absurdo.

 

El Eclesiastés es un libro sapiencial. La “sabiduría” consiste en una actitud de personas y pueblos para encontrar respuestas a los grandes interrogantes y misterios de la existencia humana.

La pregunta que mueve toda su reflexión es ésta: “¿Qué provecho saca el hombre de todos los afanes que persigue bajo el sol?”   y su respuesta: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”

El Eclesiastés nos recuerda el sabor de las cosas sencillas, el disfrute de las cosas ordinarias, que también son don de Dios.

La vida tiene sentido porque somos personas humanas, porque estamos hechos “a imagen y semejanza de Dios”, un Dios creador, que se mueve, que sale de sí, que inventa, que busca.

De igual manera los bienes de la tierra tienen su valor en la medida que están al servicio de todas las personas y no para acumular.

 

A Jesús, como Maestro, en su camino a Jerusalén, se le acercan dos hermanos en litigio y le suplican que ponga orden: que haga justicia.

Jesús no ha venido al mundo como juez jurídico, legal. Va más allá de lo externo, va a la raíz de los problemas, que está en el corazón del ser humano.

Para Él es más importante desenmascarar la codicia que nos domina, que hacer valer los derechos de cada uno. Con lo primero, se conseguirá lo segundo.

Sus palabras son magistrales: “eviten toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida”.

Lo primero es la justicia, querida por Dios, predicada por Jesús: que todos tengan pan, educación, techo... fruto de la comunión, de la solidaridad, nuevo nombre de la justicia, eso es el Reino, la Nueva Humanidad.

La palabra de Jesús en el Evangelio de hoy ha de ser aplicada a la situación planetaria, de la estructura económica mundial, de un mundo que sigue y sigue acumulando, y con ello, acentuando las diferencias, la desigualdad, la brecha entre pobres y ricos.

Enriquecerse de verdad es amasar una única fortuna: la del amor, favorecer la vida, salir de sí mismo para ir al encuentro de los demás, las buenas obras con los más pequeños y desfavorecidos.

 

Enriquecerse de verdad ha de significar para nosotros hacer oración y celebrar la Eucaristía, pero hacerlo de tal modo que nos lleven a luchar contra el problema de fondo: la acumulación de poder y riqueza que es la causa principal del problema

Esto implica la necesidad de luchar en contra de los sistemas injustos de los grandes grupos que acumulan poder y riqueza a costa de la vida de los pequeños. Y todo esto como exigencia de la fe

Enriquecerse de verdad significa para nosotros leer y meditar la palabra de Dios, pero de modo que esa lectura y meditación nos lleven  a compartir y a luchar contra toda las discriminación, exclusión  y división entre las personas

Enriquecerse de verdad significa para nosotros tener presente que el Cristo vino para que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia y que a nosotros nos ha confiado el encargo de continuar su misión.

Agosto 03 del 2013. CCR