Enjugar las lágrimas, devolver la
vida
En
nuestras comunidades, de modo particular desde que aparece el crimen
organizado, ha aumentado el número de muertes y de familias desconsoladas.
Aunque
los Obispos mexicanos en el 2010 hicieron una reflexión sobre este tema e
hicieron propuestas para que asumieras este ministerio, pocas comunidades hemos
tomado en serio el ministerio de consolación.
También
hay muchas personas, muertas en vida como los indigentes, los alcohólicos
y drogadictos y hacemos poco para
devolverles una vida digna
El
profeta Elías de Tisbé, del que no habla la primera lectua realizó su
ministerio en el reino del Norte durante el reinado de Acab y Jezabel.
Elías
es un apasionado defensor de la fé en Yahvé, lo que lo lleva a un fuerte
enfrentamiento con la pareja real que lo persigue a muerte, por lo que tiene
que huir a territorio de Sidón.
Elías
pertenece al grupo de los primeros profetas, los que no dejaron escritos, por
lo que la historieta que hoy se nos narra, recoge memorias populares sobre él, pues
los libros de los Reyes se terminaron de escribir unos 400 años después del
profeta.
Aunque
los datos no sean históricos, ciertamente nos muestran la orientación que tuvo
la vida y la actividad de Elías: siempre en defensa de la vida.
Una
viuda pobre, que vive con su pequeño hijo ha dado hospitalidad al profeta
perseguido, pero sucede que el pequeño enferma de gravedad y muere por lo que
ella increpa al profeta.
Elías
le pide que le dé al niño, lo toma en sus brazos, sube al cuarto donde se
hospeda, e invoca a Yahvé, se tiende sobre el niño, le vuelve al respiración y
lo devuelve a su madre.
La
compasión por el sufrimiento de los desamparados es una preocupación
importantísima en la vida del profeta.
Jesús
de Nazaret va de camino con su comitiva y al entrar en Naim se encuentra otra
comitiva, esta, fúnebre, que tiene como centro a una madre viuda que acaba de
perder a su hijo único.
En el tiempo de Jesús las viudas, junto con los
huérfanos, son el prototipo de la gente débil e indefensa. Por eso la ley
israelita las protegía particularmente contra toda posible injuria u opresión. Dios
vela de modo especial sobre ellas, y lo mismo deben hacer los demás.
Jesús al ver a la mujer se conmueve por ella y le
dice: “No llores”. Se acerca al féretro y dice al difunto: “Joven a ti te digo
levántate” y el joven volvió a la vida.
Actuar como Jesús y como Elías ha de significar
para nosotros estar al pendiente del dolor y del sufrimiento humano, ejerciendo
el servicio de la consolación en nombre del Padre común.
Actuar
como Jesús y como Elías ha de significar para nosotros luchar para que se les
devuelva una vida digna a indigentes, los alcohólicos
y drogadictos.
Actuar como Jesús y como Elías ha de significar
para nosotros luchar para que los jóvenes encuentren oportunidades para su
educación, oportunidades para su recreación y para que encuentren un empleo
digno y bien remunerado.
CCR
No hay comentarios:
Publicar un comentario