EXHORTACIÓN APOSTÓLICA PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO
CAPÍTULO VI.
AGENTES DE LA EVANGELIZACIÓN
La
Iglesia entera es misionera
59. "Incumbe a la Iglesia por mandato
divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda creatura" .
"La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental
del pueblo de Dios".
Cuando la Iglesia anuncia el reino de Dios y
lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo e instrumento
de ese reino que está ya presente y que viene.
Un
acto eclesial
60. La constatación de que la Iglesia es
enviada y tiene el mandato de evangelizar a todo el mundo, debería despertar en
nosotros una doble convicción.
Primera: evangelizar no es para nadie un
acto individual y aislado, sino profundamente eclesial.
Segunda convicción: Ningún evangelizador
es el dueño absoluto de su acción evangelizadora, con un poder discrecional para cumplirla según los
criterios y perspectivas individualistas, sino en comunión con la Iglesia y sus
Pastores.
La Iglesia se siente responsable de la
tarea de difundir el Evangelio.
La
perspectiva de la Iglesia universal
61. Los primeros cristianos manifestaban
gustosamente su fe profunda en la Iglesia, indicándola como extendida por
todo el universo.
Tenían
plena conciencia de pertenecer a una gran comunidad que ni el espacio ni el
tiempo podían limitar.
La perspectiva de la Iglesia particular
62. Sin embargo, esta Iglesia universal se
encarna de hecho en las Iglesias particulares, constituidas de tal o cual
porción de humanidad concreta, que hablan tal lengua, son tributarias de una
herencia cultural, de una visión del mundo, de un pasado histórico, de un
substrato humano determinado.
La
apertura a las riquezas de la Iglesia
particular responde a una sensibilidad especial del hombre
contemporáneo.
Adaptación
y fidelidad de lenguaje
63. Las Iglesias particulares tienen la
función de asimilar lo esencial del mensaje evangélico, de trasvasarlo, sin la menor
traición a su verdad esencial, al lenguaje que esos hombres comprenden, y,
después de anunciarlo en ese mismo
lenguaje.
La evangelización pierde mucho de su
fuerza y de su eficacia, si no toma en consideración al pueblo concreto al que
se dirige, si no utiliza su "lengua", sus signos y símbolos, si no
responde a las cuestiones que plantea, no llega a su vida concreta.
El
inalterable depósito de la fe
65. En
el Sínodo Insistíamos sobre la grave responsabilidad que nos incumbe, que
compartimos con nuestros hermanos en el Episcopado, de guardar inalterable el
contenido de la fe católica que el Señor confió a los Apóstoles: traducido en
todos los lenguajes, revestido de símbolos propios en cada pueblo debe seguir
siendo el contenido de la fe católica tal
cual el Magisterio eclesial
lo ha recibido y lo transmite.
Tareas
diferenciadas
66. Toda
la Iglesia está pues llamada a evangelizar y, sin embargo, en su seno tenemos
que realizar diferentes tareas evangelizadoras.
Esta
diversidad de servicios en la unidad de la misma misión constituye la riqueza y
la belleza de la evangelización.
El
Sucesor de Pedro
67
La potestad plena, suprema y universal que Cristo ha confiado a su
Vicario para el gobierno pastoral de su Iglesia, consiste especialmente en la
actividad, que ejerce el Papa, de predicar y de hacer predicar la Buena Nueva
de la salvación.
Obispos
y Sacerdotes
68. Lo que constituye la singularidad de
nuestro servicio sacerdotal, lo que da unidad profunda a la infinidad de tareas
que nos solicitan a lo largo de la jornada y de la vida, lo que confiere a
nuestras actividades una nota específica, es precisamente esta finalidad
presente en toda acción nuestra: "anunciar
el Evangelio de Dios".
En
cuanto Pastores, hemos sido escogidos por la misericordia del Supremo Pastor, …
para proclamar con autoridad la Palabra de Dios; para reunir al pueblo de Dios
que estaba disperso: para alimentar a
este pueblo con los signos de la acción de Cristo que son los sacramentos; para
ponerlo en el camino de la salvación; para mantenerlo en esa unidad; para
animar sin cesar a esta comunidad reunida en torno a Cristo, siguiendo la línea
de su vocación más íntima.
Los
religiosos
69. Ellos encarnan la Iglesia deseosa de
entregarse al radicalismo de las bienaventuranzas.
Ellos
son por su vida signo de total disponibilidad para con Dios, la Iglesia, los
hermanos.
Su actividad misionera depende
evidentemente de la jerarquía y debe coordinarse con la pastoral que ésta desea
poner en práctica.
Los
seglares
70. Los seglares, cuya vocación específica los
coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas
temporales, deben ejercer por lo mismo una forma singular de evangelización.
Su
tarea primera e inmediata es el poner en
práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su
vez ya presentes y activas en las cosas del mundo.
El
campo propio de su actividad evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la
política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las
ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de
comunicación de masas, así como el amor, la familia, la educación de los niños
y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.
La familia
71. Dentro de una familia consciente de
esta misión, todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados.
Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden a su vez
recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido.
Los
jóvenes
72 Su
importancia numérica y su presencia creciente en la sociedad, los problemas que
se les plantean deben despertar en nosotros el deseo de ofrecerles con celo e
inteligencia el ideal que deben conocer y vivir.
Pero,
además, es necesario que los jóvenes bien formados en la fe y arraigados en la
oración, se conviertan cada vez más en los apóstoles de la juventud.
La Iglesia espera mucho de ellos.
Ministerios
diversificados
73Los seglares también pueden sentirse llamados
o ser llamados a colaborar con sus Pastores en el servicio de la comunidad
eclesial, para el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy
diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiera concederles.
Una
mirada sobre los orígenes de la Iglesia es muy esclarecedora y aporta el
beneficio de una experiencia en
materia de ministerios, experiencia tanto más valiosa en cuanto que ha
permitido a la Iglesia consolidarse, crecer y extenderse.
Beber
en estas fuentes siempre inspiradoras, no sacrificar nada de estos valores y
saber adaptarse a las exigencias y a las necesidades actuales, tales son los
ejes que permitirán buscar con sabiduría y poner en claro los ministerios que
necesita la Iglesia y que muchos de sus miembros querrán abrazar para la mayor
vitalidad de la comunidad eclesial.
Estos
ministerios adquirirán un verdadero valor pastoral y serán constructivos en la
medida en que se realicen con respecto absoluto de la unidad.
Tales
ministerios, nuevos en apariencia pero muy vinculados a experiencias vividas
por la Iglesia a lo largo de su existencia -catequistas, animadores de la
oración y del canto, cristianos consagrados al servicio de la palabra de Dios o
a la asistencia de los hermanos necesitados, jefes de pequeñas comunidades,
responsables de Movimientos apostólicos
u otros responsables; son preciosos para la implantación, la vida y el
crecimiento de la Iglesia y para su capacidad de irradiarse en torno a ella y
hacia los que están lejos.
Para los agentes de la evangelización se hace
necesaria una seria preparación.
Tanto
más para quienes se consagran al ministerio de la Palabra.
¿A
quién corresponde la actividad misionera?
¿Por
qué hay que adaptar el mensaje sin dejar de ser fieles a él?
¿Cuál
es la tarea del Papa?
¿Cuál
es la tarea de los Obispos y Sacerdotes?
¿Cuál
es la tarea de los Religiosos?
¿Cuál es la tarea de los seglares?
¿Cuál es la tarea de la familia?
Cuál es la tarea de los jóvenes?
¿Por qué son importantes los
ministerios?
¿Qué vamos a hacer para realizar en
forma coordinada la tarea de cada uno?