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sábado, 15 de diciembre de 2012

Compartamos y vivamos alegres
Para esperar la venida del Mesías

Vivimos en una sociedad marcada por el individualismo que tiene como motor la eficiencia y la productividad que por lo mismo generan ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres.
Para ello reúne al poder económico que a su vez se apoya en el poder político y juntos son cubiertos y solapados por la educación, los medios de comunicación y en muchas ocasiones por los grandes grupos religiosos.
Mientras se acerca la celebración del misterio de la Encarnación somos testigos de los grandes contrastes entre el lujo de unos pocos y la miseria de muchos otros.
Los cristianos, con frecuencia encerrados en el mundo de la oración cerramos los ojos ante el dolor de las grandes mayorías y sobre todo a las causas que lo provocan

El texto de Sofonías nos habla sobre un tiempo poco antes del reinado de Josías. El país se hallaba sumido en la mayor miseria moral y se venía sintiendo la amenaza de Asiria.
Sofonías preanuncia la restauración y redención que Dios va a obrar. Al final de su libro Sofonías vislumbra algunas luces de esperanza: el rey Josías se presenta como un gran reformador y Asiria parece aflojar por el momento su cerco.
Es la ocasión para anunciar días mejores para Jerusalén e invitar a la alegría a través de una gran fiesta en la que todo serán danzas, alegría y regocijo.

La carta a los Filipenses nos repite muchas veces la invitación a vivir la alegría y la razón es la cercanía del Señor

La predicación del Bautista sacudió la conciencia de muchos. Es la voz que viene del desierto y que anuncia que hay que cambiar: volver a Dios, prepararse para acoger al Mesías.
Lo resume todo en una fórmula genial: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, que haga lo mismo”.


Y nosotros, ¿qué podemos hacer para acoger a Cristo en medio de esta sociedad en crisis?
Tenemos que luchar por conocer lo que está pasando. Además, no tolerar la mentira o el encubrimiento de la verdad.
Tenemos que conocer, en toda su crudeza, el sufrimiento que se está generando de manera injusta entre nosotros y sobre todo detectar los mecanismos que provocan ese crudo sufrimiento.
Tenemos que conocer los problemas, pero sobre todo las causas, para que nuestra acción no sólo tenga un efecto calmante, sino que trate de corregir el mal de raíz.
Compartamos con los niños regalos, juguetes y golosinas, pero buscando no sólo la alegría temporal, sino ayudando a que crezcan de manera integral.
Compartamos ropa y cobijas con los pobres, pero ofrezcamos oportunidad para que se capaciten y puedan valerse por sí mismos y no sean eternamente dependientes de los demás
Igualmente vale la pena compartir nuestro tiempo con los que defienden los derechos humanos como CADHAC, dirigido por la Hna. Consuelo Morales o Casa Nicolás, albergue para Migrantes dirigido por el P. Luis Eduardo Villarreal Ríos
Prepararnos a celebrar el misterio de la Encarnación nos invita a crecer en la compasión, en la misericordia, en la solidaridad y en la crítica que propone cambios para un mundo mejor.
Apoyemos a todos los que luchan por la paz con justicia
CCR



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