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viernes, 20 de enero de 2012

Kerygma



Cuando hablamos de kerigma entendemos el primer anuncio de Jesús, de su persona y eso equivale a realizar una presentación de su persona y de su obra.
La Constitución sobre la Divina Revelación nos dice que: “Toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana ha de nutrirse y regirse por la Sagrada Escritura  DV # 21, y El ministerio de la  palabra, es decir la predicación pastoral, la catequesis y toda la instrucción cristiana encuentra en la palabra de la Escritura y alimento saludable DV 24.
Por este motivo es sumamente importante que nuestra presentación sobre Jesús parta de la presentación que hicieron los primeros que anunciaron el Evangelio.
El Evangelio de Juan de diferentes maneras presenta a Jesús como el Enviado 20, 30- 31: Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están relatadas en este libro. Éstas quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.
En 5, 24 frente a los que se escandalizan por haber curado al paralítico de la piscina Betesda: “Les aseguro que quien oye mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no es sometido a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
En 5, 30: Yo no puedo hacer nada por mi cuenta; juzgo por lo que oigo, y mi sentencia es justa, porque no pretendo hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
En 5, 38: También el Padre que me envió da testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz, ni han visto su rostro,  y su palabra no permanece en ustedes, porque al que él envió no le creen.
En 6, 28-29: Le preguntaron a Jesús: (Los judíos)  –¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?
 Jesús les contestó: –La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquél que Él envió.
En 7, 14-18: A mediados de la semana de la fiesta subió Jesús al templo a enseñar.  Los judíos comentaban sorprendidos: –¿Cómo tiene ése tal cultura si no tiene instrucción?  Jesús les contestó: –Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió.
Si uno está dispuesto a cumplir la voluntad de aquél, podrá distinguir si mi enseñanza procede de Dios o me la invento yo. El que habla por cuenta propia busca su gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, ése dice la verdad y no procede con injusticia. Y en 28-29: Entonces Jesús, que enseñaba en el templo, exclamó: A mí me conocen y saben de dónde vengo. Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que dice la verdad. Ustedes no lo conocen;  yo lo conozco porque vengo de él y él me envió.

En 8, 12-18: De nuevo les habló Jesús: –Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Le dijeron los fariseos: –Tú das testimonio a tu favor: tu testimonio no es válido.
Jesús les contestó: –Aunque doy testimonio a mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y adónde voy; en cambio ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según criterios humanos, yo no juzgo a nadie. Y si juzgase, mi juicio sería válido, porque no juzgo yo solo, sino con el Padre que me envió.
 Y en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo soy testigo en mi causa y es testigo también el Padre que me envió.

En 8, 25-26: Le preguntaron: –¿Tú quién eres?
Jesús les contestó: –Esto es lo que les estoy diciendo desde el principio.
Tengo mucho que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió dice la verdad, y lo que escuché de él es lo que digo al mundo.

En 20, 21-22: Jesús repitió: –La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: –Reciban el Espíritu Santo.


El evangelio de Lucas nos presenta la misión de Jesús en 4, 18: 19: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor.

Cuando Juan el Bautizador pide a Jesús que se identifique, Jesús responde: Vayan a informar a Juan de lo que han visto y oído: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia. Lucas 7, 22

El libro de los Hechos 2, 22-24: Ante los testigos del episodio de Pentecostés, Pedro proclama: Dios acreditó entre ustedes a Jesús de Nazaret. Hizo que realizara entre ustedes milagros, prodigios y señales que ya conocen.
Ustedes, sin embargo, lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto se cumplió el plan que Dios tenía dispuesto.
Pero Dios lo libró de los dolores de la muerte y lo resucitó, pues no era posible que quedase bajo el poder de la muerte”.

En 3, 13-15: Ante los judíos que se admiran de la curación del tullido Pedro afirma:” Es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, el que acaba de glorificar a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y, cuando Pilato decidió dejarlo en libertad, renegaron de él. Ustedes pidieron la libertad de un asesino y rechazaron al Santo y al Justo. Mataron al Señor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.”

En 4, 10: Ante los jefes, ancianos y letrados con ocasión de la curación del tullido, nuevamente pero proclama: Sépanlo todos ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre que está aquí sano delante de ustedes ha sido sanado por el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron, pero a quien Dios ha resucitado de entre los muertos.

En 10, 37-41: En casa del centurión  Cornelio: Ustedes ya saben lo que ha sucedido en todo el país judío, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan.   Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios, que le dio Espíritu Santo y poder. Y como Dios estaba con él, pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en la misma Jerusalén. Al final lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver, no por todo el pueblo, sino por los testigos que Dios había escogido de antemano, por nosotros, que comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos.

Y Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia 13, 27-31 afirma: Los vecinos de Jerusalén y sus jefes no acogieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Pero, al juzgarlo, las cumplieron. Pidieron a Pilato que lo condenara, aunque no encontraron causa para una sentencia de muerte.
Cuando se cumplió todo lo escrito de él lo descolgaron del madero y le dieron sepultura. Pero Dios lo resucitó de la muerte y se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén. Ellos son hoy sus testigos ante el pueblo

Lucas, en el pasaje de los caminantes de Emaús 24, 19-21, pone en boca de los caminantes pone estas palabras: Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
¡Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que sucedió todo esto.

Estos anuncios nos sitúan entre la acción del Padre manifestada a  través del ministerio de Jesús de Nazaret y la reacción de los enemigos de Jesús.
Vale la pena observar el episodio de Cesarea de Filipo en Marcos 8, 27-30 en el que Pedro manifiesta que Jesús es el mesías.
Pero cuando Jesús presenta el desenlace de su ministerio pretende apartar a Jesús de su camino y la dureza con que Jesús le habla 8, 31-33: Y empezó a explicarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y luego de tres días resucitar.
Les hablaba con franqueza. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo. Pero él se volvió y, viendo a los discípulos, dice a Pedro: –¡Aléjate, Satanás! Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios.

Y nuevamente en el capítulo 9, 31: E l Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres que le darán muerte; después de morir, pasando tres días, resucitará.

 Y  en el  10, 31-33: Iban de camino, subiendo hacia Jerusalén. Jesús se les adelantó, ellos estaban sorprendidos y los que le seguían iban con miedo. Él reunió otra vez a los Doce y se puso a anunciarles lo que le iba a suceder: 
Miren, estamos subiendo a Jerusalén: el Hijo del Hombre será entregado a los sumos sacerdotes y los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos, que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y le darán muerte, y luego de tres días resucitará.
Jesús anuncia su muerte y resurrección.

Conclusión
En Juan Jesús aparece como el Enviado, el que pone de manifiesto el rostro del Padre. En el capítulo 20 aparece que Jesús envía a los discípulos con la misma misión que El recibió del Padre

En los textos de Lucas sobre la misión Jesús aparece como: Consagrado y Enviado, como Portador de Buenas Noticias, lo que significa la transformación de aquellas realidades que deshumanizan a la persona.
Los destinatarios de la misión de Jesús son siempre aquellos que son rechazados marginados de la sociedad
La conversión que propone Jesús implica un cambio individual, pero significa construir entre los humanos unas relaciones diferentes basadas en el amor, la justicia, la igualdad, es decir cambiar las estructuras generadoras de injusticia y desigualdad

En los Hechos
El discurso de Pedro en Pentecostés nos presenta un Jesús como persona acreditada por Dios con milagros, señales y prodigios
En la casa de Cornelio lo presenta a Jesús como el consagrado por Dios que le dio el Espíritu Santo y poder… que pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo

En el episodio de los caminantes de Emaús, en labios de ellos, Lucas presenta a Jesús como: un hombre poderoso en obras y palabras
Los discursos de Pedro y de Pablo en los Hechos presentan a Jesús como: Aquel a quien las autoridades judías rechazaron y condenaron a muerte y a quién el Padre ha resucitado.

En Marcos en el episodio de Cesarea de Filipo, Jesús parece aceptar ser el Mesías, pero lo entiende como un Mesías que será rechazado, entregado, crucificado por las autoridades judías y finalmente resucitado por el Padre, tal como aparece en los anuncios de la Pasión y Resurrección.

En estos anuncios Jesús pone de manifiesto quiénes son sus enemigos y cuál es la postura del Padre ante a El y ante sus enemigos.
La Pasión y Muerte de Jesús son consecuencia de haber asumido la misión confiada por el Padre, misión que causó malestar y cólera en los poderes civil y religioso de su tiempo.


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