Cuando hablamos de kerigma
entendemos el primer anuncio de Jesús, de su persona y eso equivale a realizar
una presentación de su persona y de su obra.
La Constitución sobre la Divina
Revelación nos dice que: “Toda la
predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana ha de nutrirse y
regirse por la Sagrada Escritura DV # 21, y El ministerio de la palabra, es
decir la predicación pastoral, la catequesis y toda la instrucción cristiana
encuentra en la palabra de la Escritura y alimento saludable DV 24.
Por este motivo es sumamente importante que nuestra
presentación sobre Jesús parta de la presentación que hicieron los primeros que
anunciaron el Evangelio.
El Evangelio de Juan
de diferentes maneras presenta a Jesús como el Enviado 20, 30- 31: Otras muchas señales hizo Jesús en presencia
de sus discípulos, que no están relatadas en este libro. Éstas quedan escritas
para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo
tengan vida por medio de él.
En
5, 24 frente a los que se escandalizan por haber curado al paralítico de la
piscina Betesda: “Les aseguro que quien oye mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no es
sometido a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
En
5, 30: Yo no puedo hacer nada por mi cuenta; juzgo por lo que oigo, y mi
sentencia es justa, porque no pretendo
hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
En
5, 38: También el Padre que me envió
da testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz, ni han visto su
rostro, y su palabra no permanece en
ustedes, porque al que él envió no le
creen.
En 6, 28-29: Le
preguntaron a Jesús: (Los judíos) –¿Qué
tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?
Jesús les contestó: –La obra de Dios consiste
en que ustedes crean en aquél que Él
envió.
En
7, 14-18: A mediados de la semana de la fiesta subió Jesús al templo a
enseñar. Los judíos comentaban
sorprendidos: –¿Cómo tiene ése tal cultura si no tiene instrucción? Jesús les contestó: –Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió.
Si
uno está dispuesto a cumplir la voluntad de aquél, podrá distinguir si mi
enseñanza procede de Dios o me la invento yo. El que habla por cuenta propia
busca su gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, ése dice la
verdad y no procede con injusticia. Y en 28-29: Entonces Jesús, que enseñaba en
el templo, exclamó: A mí me conocen y saben de dónde vengo. Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que dice la verdad.
Ustedes no lo conocen; yo lo conozco porque
vengo de él y él me envió.
En
8, 12-18: De nuevo les habló Jesús: –Yo soy la
luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz
de la vida.
Le
dijeron los fariseos: –Tú das testimonio a tu favor: tu testimonio no es
válido.
Jesús
les contestó: –Aunque doy testimonio a mi favor, mi testimonio es válido,
porque sé de dónde vengo y adónde voy; en cambio ustedes no saben de dónde
vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según criterios humanos, yo no juzgo a
nadie. Y si juzgase, mi juicio sería válido, porque no juzgo yo solo, sino con el Padre que me envió.
Y en la ley de ustedes está escrito que el
testimonio de dos personas es válido. Yo soy testigo en mi causa y es testigo también el Padre que me envió.
En
8, 25-26: Le preguntaron: –¿Tú quién eres?
Jesús
les contestó: –Esto es lo que les estoy diciendo desde el principio.
Tengo
mucho que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió dice la verdad, y lo
que escuché de él es lo que digo al mundo.
En 20, 21-22: Jesús
repitió: –La paz esté con ustedes. Como
el Padre me envió, así yo los envío a ustedes. Al decirles esto, sopló
sobre ellos y añadió: –Reciban el Espíritu Santo.
El evangelio de Lucas
nos presenta la misión de Jesús en 4, 18: 19: El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido para que dé
la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los
cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para
proclamar el año de gracia del Señor.
Cuando
Juan el Bautizador pide a Jesús que se identifique, Jesús responde: Vayan a
informar a Juan de lo que han visto y oído: los ciegos recobran la vista, los
cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia. Lucas 7, 22
El
libro de los Hechos 2, 22-24:
Ante los testigos del episodio de Pentecostés, Pedro proclama: “Dios acreditó entre ustedes a Jesús de Nazaret. Hizo que realizara
entre ustedes milagros, prodigios y señales que ya conocen.
Ustedes, sin embargo,
lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto
se cumplió el plan que Dios tenía dispuesto.
Pero Dios lo libró de los dolores de la muerte y
lo resucitó, pues no era posible que quedase bajo el poder de la muerte”.
En
3, 13-15: Ante los
judíos que se admiran de la curación del tullido Pedro afirma:” Es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres,
el que acaba de glorificar a su siervo Jesús. Ustedes lo
entregaron y, cuando Pilato decidió dejarlo en libertad, renegaron de él.
Ustedes pidieron la libertad de un asesino y rechazaron al Santo y al Justo.
Mataron al Señor de la vida, pero Dios
lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.”
En 4, 10: Ante los jefes,
ancianos y letrados con ocasión de la curación del tullido, nuevamente pero
proclama: Sépanlo todos ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre que está aquí sano delante de
ustedes ha sido sanado por el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes
crucificaron, pero a quien Dios ha resucitado de entre los muertos.
En 10, 37-41: En casa del
centurión Cornelio: Ustedes
ya saben lo que ha sucedido en todo el país judío, comenzando por Galilea,
después del bautismo que predicó Juan. Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios,
que le dio Espíritu Santo y poder. Y como Dios estaba con él, pasó haciendo el
bien y sanando a los oprimidos por el diablo.
Nosotros
somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en la misma
Jerusalén. Al final lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver, no
por todo el pueblo, sino por los testigos que Dios había escogido de antemano,
por nosotros, que comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los
muertos.
Y Pablo en la sinagoga de
Antioquía de Pisidia 13, 27-31 afirma: Los vecinos de Jerusalén y sus jefes no acogieron
a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado.
Pero, al juzgarlo, las cumplieron. Pidieron a Pilato que lo condenara, aunque
no encontraron causa para una sentencia de muerte.
Cuando
se cumplió todo lo escrito de él lo descolgaron del madero y le dieron
sepultura. Pero Dios lo resucitó de la
muerte y se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de
Galilea a Jerusalén. Ellos son hoy sus testigos ante el pueblo
Lucas, en el pasaje de los caminantes
de Emaús 24, 19-21, pone en boca de los caminantes pone estas palabras: Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta
poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo.
Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a
muerte, y lo crucificaron.
¡Nosotros
esperábamos que él fuera el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que
sucedió todo esto.
Estos
anuncios nos sitúan entre la acción del Padre manifestada a través del ministerio de Jesús de Nazaret y
la reacción de los enemigos de Jesús.
Vale la pena observar el
episodio de Cesarea de Filipo en Marcos 8,
27-30 en el que Pedro manifiesta que Jesús es el mesías.
Pero cuando Jesús presenta el
desenlace de su ministerio pretende apartar a Jesús de su camino y la dureza
con que Jesús le habla 8, 31-33: Y empezó a explicarles que el Hijo del Hombre
tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los letrados, sufrir la muerte y luego de tres días resucitar.
Les
hablaba con franqueza. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo. Pero
él se volvió y, viendo a los discípulos, dice a Pedro: –¡Aléjate, Satanás! Tus
pensamientos son los de los hombres, no los de Dios.
Y
nuevamente en el capítulo 9, 31: E l Hijo del Hombre va a ser entregado en
manos de hombres que le darán muerte; después de morir, pasando tres días,
resucitará.
Y en
el 10, 31-33: Iban de camino, subiendo
hacia Jerusalén. Jesús se les adelantó, ellos estaban sorprendidos y los que le
seguían iban con miedo. Él reunió otra vez a los Doce y se puso a anunciarles
lo que le iba a suceder:
Miren,
estamos subiendo a Jerusalén: el Hijo del Hombre será entregado a los sumos
sacerdotes y los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los
paganos, que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y le darán muerte, y
luego de tres días resucitará.
Jesús
anuncia su muerte y resurrección.
Conclusión
En Juan Jesús aparece como el Enviado, el que pone de manifiesto el rostro del Padre. En el
capítulo 20 aparece que Jesús envía a
los discípulos con la misma misión que El recibió del Padre
En
los textos de Lucas sobre la misión
Jesús aparece como: Consagrado y
Enviado, como Portador de Buenas
Noticias, lo que significa la transformación de aquellas realidades que
deshumanizan a la persona.
Los
destinatarios de la misión de Jesús son siempre aquellos que son rechazados
marginados de la sociedad
La
conversión que propone Jesús implica un cambio individual, pero significa
construir entre los humanos unas relaciones diferentes basadas en el amor, la
justicia, la igualdad, es decir cambiar las estructuras generadoras de
injusticia y desigualdad
En los Hechos
El
discurso de Pedro en Pentecostés nos presenta un Jesús como persona acreditada por Dios con milagros,
señales y prodigios
En
la casa de Cornelio lo presenta a Jesús como el consagrado por Dios que le dio el Espíritu Santo y poder… que pasó
haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo
En
el episodio de los caminantes de Emaús, en labios de ellos, Lucas presenta a Jesús como: un hombre poderoso en obras y palabras
Los
discursos de Pedro y de Pablo en los Hechos presentan a Jesús como: Aquel a quien las autoridades judías
rechazaron y condenaron a muerte y a quién el Padre ha resucitado.
En Marcos en el episodio de
Cesarea de Filipo, Jesús parece aceptar ser el Mesías, pero lo entiende como un
Mesías que será rechazado, entregado, crucificado por las autoridades judías y
finalmente resucitado por el Padre, tal como aparece en los anuncios de la
Pasión y Resurrección.
En
estos anuncios Jesús pone de manifiesto quiénes
son sus enemigos y cuál es la postura del Padre ante a El y ante sus enemigos.
La
Pasión y Muerte de Jesús son consecuencia de haber asumido la misión confiada
por el Padre, misión que causó malestar y cólera en los poderes civil y
religioso de su tiempo.
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