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sábado, 17 de diciembre de 2016

Emmanuel significa: “Dios con nosotros”


Uno de los grandes problemas de nuestro mundo, mientras esperamos la navidad, es la guerra en Siria: las grandes potencias, Rusia y EE UU, en alianza con otros poderes menores, se disputan el petróleo.
Crecen las grandes alianzas en busca del poder económico, las asociaciones anónimas han dado paso a los consorcios y posteriormente a las transnacionales.
El pueblo, por otra parte sufre las consecuencias de estas alianzas y son sólo unos pocos los que en forma organizada luchan por un mundo mejor de justicia y solidaridad.

El hecho que nos narra Isaías en la lectura de hoy que podemos fecharlo  en el año 734 a. C. En el trono de Nínive está Tiglat Pileser III, un cruel y poderoso rey.
Por otro lado Siria, y Efraín, el estado israelita del Norte, unidos los dos, forman una coalición contra el reino de Judá con su capital Jerusalén.
Acaz estaba ocupando el trono en Jerusalén. Cuando el oyó que se había hecho una coalición para reemplazarlo, se llenó de angustia y buscó apoyo de Tiglat Pileser contra ellos.
Para despertar de nuevo la confianza en Dios, el profeta se vale de un hecho probablemente histórico, el embarazo de alguna de las doncellas del rey.
Así como esa joven dará a luz un primogénito, del mismo modo enviará Dios un descendiente davídico que asuma los destinos del pueblo, en medio del cual estará siempre; por eso su nombre “Emmanuel”, Dios con nosotros.
Para el pueblo de Israel, Dios es Yahvé el que hizo alianza con el pueblo para salir de la esclavitud de Egipto y construir una sociedad de justicia y de igualdad, sin tributos ni trabajos forzados.
El Emmanuel recuerda que Dios y el pueblo están aliados para construir una sociedad de justicia e igualdad, sin tributos ni trabajos forzados.
Para leer bien los relatos “de la infancia” de Mateo y Lucas hemos de estar conscientes de que no son crónicas de sucesos, no son “historia” en el sentido que hoy damos a la palabra. Son teología narrativa.
El interés por la figura de Jesús, empezó con su vida pública, y sobre todo, con la muerte-resurrección. Antes de eso, nada extraordinario sucedió en él que se pudiera descubrir desde el exterior. Nadie reparó en aquel niño ni en su madre.
Para poder resaltar de una manera convincente lo que Jesús fue para los primeros cristianos, vieron la necesidad de hablar de las maravillas de su infancia. Solo después de la experiencia pascual, se intentó explicar quién era Jesús, más allá de lo que se podía percibir.
En el Israel de Jesús,  el matrimonio, constaba de dos partes: el contrato y la boda. Lo importante era el contrato (desposorio).
En la boda se celebraba la acogida de la esposa en la casa familiar del novio. María y José estaban casados a todos los efectos jurídicos.
Mateo quiere transmitirnos el origen divino de Jesús. Jesús no es obra de la casualidad, ni de una evolución progresiva, sino que responde a la presencia de Dios en él.
En las dificultades que encuentran María y José, se está manifestando el conflicto que se vivía en tiempo de Mateo, entre el judaísmo fiel al Antiguo Testamento y la nueva comunidad asentada sobre la figura de Jesús.
El origen divino de Jesús simboliza la superioridad del Nuevo Testamento.  El encargo a José de recibir a María, está indicando que todo buen israelita debe aceptar la novedad, aunque cause problemas, porque es lo que Dios quiere.
Lo importante para nosotros es que el Salvador es el Emmanuel. Dios con nosotros. Él y nosotros hemos de llevar a cabo el proyecto del Reinado de Dios: Un mundo de amor, de justicia, de libertad y de paz.

Celebrar hoy al Emmanuel significa para nosotros renovar la Nueva alianza con Jesús y el Padre en la lucha permanente y organizada para hacer presente el Reinado de Dios: Un mundo de justicia y fraternidad.
Celebrar hoy al Emmanuel significa para nosotros alzar la voz en contra de todo lo que destruye la vida, de modo particular en contra de las guerras que sólo buscan los intereses de los poderosos.

Celebrar hoy al Emmanuel significa para nosotros crear todo tipo de alianzas, de organizaciones en defensa de la vida, tanto de la vida de la humanidad, como de la vida de la creación.
Diciembre 17 de 2016
Cosme Carlos Ríos



sábado, 10 de diciembre de 2016

Vivamos la alegría

Vivamos la alegría
T
Nuestra sociedad tiene mucha miopía para ver los signos de los tiempos y mucha sordera para escuchar la voz de Dios en el gemido de la humanidad y de la creación.
El desinterés, la desconfianza y el miedo nos paralizan para unirnos y crear proyectos que respondan al gemido de la creación y de la humanidad.

El texto de Isaías que leemos hoy refleja la situación de los judaítas desterrados en Babilonia: Sin tierra (viven en Babilonia) sin techo (viven en campamentos), sin sacerdotes, sin líderes civiles y religiosos viven deprimidos y desorganizados.
La desilusión por la derrota ante los babilonios los ha hecho incapaces de mirar los nuevos signos de los tiempos: el nuevo escenario mundial en el que aparece Ciro rey de los persas.
No son capaces de escuchar la voz de Dios que proclaman los profetas Ezequiel e Isaías Jr., la desconfianza y el miedo los paralizan para actuar y hacer posible el retorno a la patria.
Es ahí donde se oye una voz  que invita a la alegría porque Yahvé su Dios quiere que la situaciones de ceguera, de mudez y de parálisis sean sustituídas por situaciones positivas.
El Carmelo y el Sarón eran regiones famosas por su pujante vegetación de todas clases: el Líbano con sus cedros, el Carmelo con sus pastos abundantes y Sarón con sus hermosas y variadas flores.
En el evangelio, Mateo habla de Juan el bautizador que ha presentado a Dios como justiciero y vengador mientras escucha que Jesús actúa con misericordia y presenta a Dios lleno de misericordia.
Juan queda desconcertado y estando encarcelado por Herodes manda a Jesús una delegación de discípulos para preguntarle si es él el Mesías.
Jesús responde a la pregunta presentando sus hechos que hacen realidad lo prometido por Isaías: Dios va transformando la vida inhumana de los pobres en una vida digna de los hijos de Dios.
Somos invitados a vivir la alegría, pero una alegría que es don de Dios, pero a la manera de  Jesús, pero una alegría   efectiva luchando  para que las situaciones que deshumanizan se vuelvan humanizadoras.


Seguimos esperando al prometido por el profeta, al que viene a transformar lo inhumano en humano, pero esto sólo se hace realidad a través de los que creemos en el Dios de la vida
Alegrémonos a porque los seres humanos luchamos para que cesen los gemidos de la creación y de la humanidad haciendo realidad una vida digna y de calidad para ellos.
Esto significa para nosotros tomar conciencia de la grave amenaza que tiene nuestro planeta escuchando de modo particular la voz del pastor supremo de la Iglesia y buscando caminos para hacerla realidad
Significa también tomar conciencia de la cantidad de personas, víctimas del sistema neoliberal y de la cultura del descarte (Los desechables, sin techo, sin tierra y sin trabajo) e iniciar pequeñas organizaciones para apoyarlos y cambiar nuestra cultura por una cultura más igualitaria e integradora.
Diciembre 10: día internacional de los derechos humanos
Cosme Carlos Ríos


sábado, 3 de diciembre de 2016

Esperamos al que bautiza con el Espíritu Santo


Preparemos el camino, enderecemos muestras vidas

Nuestra sociedad regiomontana se prepara a la Navidad con una serie de celebraciones en las que abunda la comida y la bebida,  y en las se da el derroche en el vestir y en los regalos,  y en contrapartida vemos a los migrantes y los niños de la calle.
Las Iglesias realizan cultos magníficos, pero los hechos poco respaldan lo que se celebra y poco muestran la opción por los pobres que sintoniza  con el proyecto de justicia y de paz.  

Para el pueblo judío el rey David era el modelo del rey y por eso cuando los reyes fallaban se anhelaba un nuevo rey a la manera de David que defendió al pueblo y no lo explotó
El profeta Isaías nos habla hoy de un descendiente de Jesé (Padre del rey David) sobre el que estará el espíritu del Señor  que se caracteriza como espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.
Esto se aplica de manera plena al Mesías que esperamos y afirma: No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre,
Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará: esto manifiesta tiempos de gran paz.
El texto del Evangelio de Mateo que leemos hoy nos presenta a Juan el Bautizador en el desierto. Según la tradición bíblica el desierto es el lugar, donde la horda de esclavos fugitivos capitaneados por Moisés, se formó y se convirtió en pueblo de “Isra El”.
Juan anuncia que detrás de él viene uno con mayor autoridad, el que bautizará con el Espíritu Santo: Juan invita a preparar el camino y a enderezar las cosas chuecas.
El Bautizador denuncia los males de la sociedad y de la religión:
Los grandes de la sociedad viven con lujos y comen opíparamente; los hombres de la religión observan leyes y ritos pero sus obras no muestran la justicia y la misericordia como frutos de arrepentimiento.
Con su vida Juan, vestido con una túnica de pelo de camello y teniendo como alimento el producto del desierto denuncia el lujo y el derroche e invita a una vida de austeridad.
Con su palabra agresiva enfrenta a los fariseos y a los saduceos, representantes oficiales de la religión y los llama “Raza de víboras” invitándolos a mostrar con hechos su arrepentimiento

Esperar al que tiene el Espíritu del Señor implica para nosotros compartir su ideal de Justicia y de paz luchando para que esta justicia y esta paz se hagan realidad en nuestro tiempo y en nuestro lugar.
Esperar al que bautiza con el Espíritu Santo implica para nosotros luchar para que nuestra sociedad y nuestras Iglesias se conviertan en instrumento para una sociedad igualitaria, donde a nadie le falte lo necesario para comer y para abrigarse.
Esperar al que bautiza con el Espíritu Santo implica para nosotros vivir con la austeridad del Bautizador, vistiendo y comiendo para satisfacer nuestras necesidades y no para el lujo y la gula.
Esperar al que bautiza con el Espíritu Santo implica para nosotros tener actitudes solidarias de modo particular hacia los que necesitan techo, vestido y alimento

Diciembre 03 2016
Cosme Carlos Ríos




sábado, 26 de noviembre de 2016

Tener los ojos abiertos a los signos de los tiempos

Muchas veces nuestros planes de pastoral no parten de estar atentos a los signos de los tiempos que hoy se manifiestan en los gemidos de la humanidad y  de la creación.
En nuestra sociedad el último mes del año, es pretexto para comer y beber desordenadamente, provocando en ocasiones pleitos y problemas familiares y sociales.  

El profeta Isaías escribe cuando el imperio asirio está en pleno apogeo y Judá vive bajo la constante amenaza de guerra  y es apenas una pequeña nación en medio de los grandes imperios.
El profeta presenta a Jerusalén como el centro al que confluyen todos los pueblos, como el lugar desde donde ha de darse a conocer el estilo de vida que propone Yahvé.
Contempla a Jerusalén como árbitro en medio de los pueblos y anuncia que los instrumentos de guerra serán convertidos en objetos de la actividad campesina.
Este tiempo de Adviento que hoy iniciamos nos recuerda que como nuevo pueblo de Dios tenemos que dar a conocer el proyecto de Jesús y trabajar en la construcción de la paz.
En el texto de la carta a los Romanos, Pablo recomienda a la comunidad que renunciemos a  comer y de beber egoístamente y recomienda que evitemos los pleitos y envidias.
En el evangelio que leemos hoy,  Jesús hace una comparación de la venida del Hijo del Hombre con los tiempos de Noé porque la gente vive metida en sí misma y ajena a lo que pasa alrededor.  Ante esto la recomendación de Jesús es: Estén despiertos, estén preparados.
El pasado no nos pertenece, no podemos actuar en él ni  lo podemos modificar, el futuro es desconocido y por ello el único momento en el que podemos actuar es el presente.
Es en el presente en el que hemos de escuchar la voz de Dios en los gemidos de la humanidad y en los gemidos de la creación.
Es en el presente en el que tenemos que continuar la tarea de Jesús: anunciar el Reinado de Dios con nuestros hechos y palabras.


Vivir el Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros estar despiertos, con los ojos abiertos  y los oídos  atentos, para escuchar los gemidos de todos los que sufren.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros estar preparados, siempre activos en el trabajo por construir la paz en todos los ámbitos: Familia, barrio, ciudad, país, mundo.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos implica para nosotros como creyentes vivir la fraternidad, alegres, sí, pero evitando el egoísmo en el comer y en el beber.
Vivir el Adviento que hoy comenzamos, implica para nosotros tomar en cuenta los signos de los tiempos en nuestros planes pastorales, escuchando  la voz de Dios que se nos manifiesta en los gemidos de la humanidad y de la creación.
Cosme Carlos Ríos

Noviembre 26 del 2016 

sábado, 19 de noviembre de 2016

Algunas frases del Papa Francisco a los dirigentes de los movimientos populares


Los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas fundamentales que ustedes reivindican:
Trabajo digno para los excluidos del mercado laboral;
Tierra para los campesinos y pueblos originarios;
Vivienda para las familias sin techo;
Integración urbana para los barrios populares;
Erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud;
 El fin de todas las guerras,  del crimen organizado y de la represión;
 Libertad de expresión y comunicación democrática;
 Ciencia y tecnología al servicio de los pueblos.  
Las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora «según los lugares, tiempos y personas» Si no, corremos el riesgo de las abstracciones no logran sostener la vida de nuestras comunidades». 

El terror y los muros.
Esa germinación que es lenta, que tiene sus tiempos  está amenazada por la velocidad de un mecanismo destructivo que opera en sentido contrario.
Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano, al hombre y la mujer
Hay  un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera.
De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso, pero ningún pueblo, ninguna religión es terrorista. 
Ninguna tiranía, ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. Esto es clave. De ahí que toda tiranía sea terrorista.
Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias, con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales.
Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro.
Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de las armas y de la muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles.



El segundo punto es: El amor y los puentes.
Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma.
 Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado (cf. Mc 2,27).
Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón 
Y después, ese mismo día, Jesús hizo algo «peor», algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo.
Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con eso le devolvió la dignidad.
Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral. 

Otro punto es: La bancarrota y el salvataje.
Sé que dedicaron una jornada al drama de los migrantes, refugiados y desplazados.
En Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas  como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de los conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.
Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad»
¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto?
Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente.
El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro.
«Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos.
Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y trascienden la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo»
Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el migrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota, incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades. O simplemente no se lo deja entrar.
Les pido que ejerciten esa solidaridad tan especial que existe entre los que han sufrido.  Ustedes saben recuperar fábricas de la bancarrota, reciclar lo que otros tiran, crear puestos de trabajo, labrar la tierra, construir viviendas, integrar barrios segregados y reclamar sin descanso como esa viuda del Evangelio que pide justicia insistentemente (cf. Lc 18,1-8).
Tal vez con vuestro ejemplo y su insistencia, algunos Estados y Organismos internacionales abran los ojos y adopten las medidas adecuadas para acoger e integrar plenamente a todos los que, por una u otra circunstancia, buscan refugio lejos de su hogar. 
Y también para enfrentar las causas profundas por las que miles de hombres, mujeres y niños son expulsados cada día de su tierra natal.
Dar el ejemplo y reclamar es una forma de meterse en política y esto me lleva al segundo eje que debatieron en su Encuentro: la relación entre pueblo y democracia.
Una relación que debería ser natural y fluida pero que corre el peligro de desdibujarse hasta ser irreconocible.
La brecha entre los pueblos y nuestras formas actuales de democracia se agranda cada vez más como consecuencia del enorme poder de los grupos económicos y mediáticos que parecieran dominarlas.
Los movimientos populares, no son partidos políticos y  en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública.
Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula: «La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás»
Quisiera señalar dos riesgos que giran en torno a la relación entre los movimientos populares y la política: el riesgo de dejarse encorsetar y el riesgo de dejarse corromper.
Primero: No dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien.
Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera.
Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema.
 Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macro-relaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se lo tolera.
No se lo tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar en pequeñas castas.
 Así la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino.
En estos tiempos de parálisis, desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.
Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales
«El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio» 
 La Iglesia, la Iglesia también puede y debe, sin pretender el monopolio de la verdad, pronunciarse y actuar especialmente frente a «situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático, y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe»
El segundo riesgo, les decía, es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política.
Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares.
Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social
Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; esa austeridad moral y personal. Y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo
La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo.

Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura. 

Honrar a Jesús Rey es practicar la misericodia

HONRAR A JESUS REY ES PRACTICAR LA MISERICORDIA

Por mucho tiempo hemos presentado a Jesús Rey a la manera de  los que viven en los palacios de la tierra y, le hemos atribuido toda la autoridad y la gloria: tronos majestuosos, coronas de oro, mantos de púrpura, cetros de plata y piedras preciosas, leyes y  castigos, en lugar de presentarlo como lo presenta el evangelio.
Otras veces, con el pretexto de que Jesús es el rey del universo, hemos intentado someter, muchas cosas a nuestros caprichos, a nuestros intereses o a nuestros dogmas, y hemos usado para ello incluso la violencia, la tortura... y hasta la muerte.

El segundo libro de Samuel  nos dice que después de la muerte de Saúl, una parte del pueblo reconoció a David como rey y en el texto que leemos hoy se nos cuenta que los ancianos del Reino del Norte, (La otra parte)  pidieron a David que gobernara también sobre ellos.
Ellos dan como razón que David es de los de ellos y que ya desde antes era el que conducía al pueblo.
 Aunque la historia habla del adulterio y los homicidios cometidos por David, la tradición bíblica lo presenta como el rey ideal que defendió al pueblo y no lo explotó con los impuestos, ya que para los israelitas la preocupación por la justicia social constituía, la piedra de toque del verdadero israelita.
El evangelio que escuchamos hoy nos presenta Jesús en la Cruz  y nos dice que 
·        La gente estaba allí mirando
·        Los jefes se burlaban diciendo: "Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.
·        Los soldados se burlaban de él.  diciendo: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
·        Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: "¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.
·        El otro dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.
·        Jesús le respondió: "En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.

En la Escritura y de modo particular en los evangelios, la Cruz  es el símbolo del amor de Jesús crucificado que nos invita a seguir su ejemplo.
Jesús no nos pide besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.
Para los seguidores de Jesús, tomar la Cruz implica acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde solo hay indiferencia ante los que sufren.
Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.
Honrar hoy a Jesús Rey implica para nosotros releer el evangelio y comprobar que la práctica de Jesús es la de la misericordia y no la práctica del poder o de la magia.
Honrar hoy a Jesús Rey misericordioso  implica para nosotros ver a Jesús en todos los que hoy van cargando las distintas cruces del dolor
Honrar hoy a Jesús Rey misericordioso  implica para nosotros proclamar y defender los derechos de los niños
Honrar hoy a Jesús Rey misericordioso  implica para nosotros denunciar la violencia y la explotación de la mujer y sumarnos a esa lucha
Noviembre 20 Día internacional de los derechos de los niños
Noviembre 25 Día internacional contra la violencia y explotación de la mujer
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 19 del 2016


sábado, 12 de noviembre de 2016

Fortalecer la esperanza frente a la angustia y el miedo



Vivimos tiempos de violencia y de inseguridad pública: La crisis económica, las amenazas continuas a la paz, los  problemas familiares y muchas otras cosas más  nos angustian y nos llenan de miedo.
El miedo nos paraliza, nos encierra, nos aísla y hace difícil la participación en la Iglesia y en la sociedad para buscar juntos la solución a los graves problemas que nos angustian.
Hay grupos religiosos que presentan una imagen de Dios que asusta y mantiene pasivos a los que creen ese grupo

El profeta Malaquías aparece en la Biblia como el último de los profetas, pero lo que nosotros tomamos por nombre propio es sólo un simple título, que significa «Mensajero del Señor».
Malaquías profetiza después del regreso de Babilonia. En esa época el templo ya está reconstruido y el culto funciona, sacerdotes y levitas están organizados.
Pero el pueblo desanimado al ver que las antiguas promesas siguen sin cumplirse, cae en la apatía religiosa y en la desconfianza.
Duda del amor del Señor y de su interés por el pueblo, lo cual repercute en el culto y en la ética.
El profeta anuncia que en el día definitivo se hará sentir la justicia divina. La suerte de los malvados y de los justos no podrá ser igual. Ese día se sabrá por qué era necesario caminar según los preceptos y normas del Señor.
Con respecto al Evangelio de hoy el texto deja entender  que la presencia magnífica del templo de Jerusalén alentaba tanto  la fe de los judíos que eran más significativos la arquitectura y el poder de la religión que el mismo Dios de Israel.
Como si fueran más importante los sacrificios, el ritual, la construcción majestuosa... que las actitudes exigidas por el mismo Dios para un verdadero culto a él: la misericordia y la justicia social.
Por eso Jesús afirma que el templo será destruido, pues no posibilita una relación legítima con Dios y con los hermanos, sino que crea grandes divisiones sociales e injusticias.
En este texto, Lucas, como Marcos y Mateo, usa un lenguaje apocalíptico propio del pueblo sencillo  que se expresa por medio de símbolos e imágenes.
A través de las imágenes y el lenguaje simbólico ayuda a descubrir la presencia y la acción salvadora de Dios en medio de la angustia provocada por las situaciones de catástrofe; de esta manera fortalece la esperanza del pueblo.
En este texto lo importante son las respuestas que da Jesús:
"Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra”. Jesús no está haciendo pronósticos sino advirtiendo en contra de las falsas seguridades de que el templo por sí sólo constituye la salvación del pueblo.
Advierte también sobre lo que angustia a la gente: las guerra y disturbios, y hace notar que estas cosas angustiosas no indican que ha llegado el fin. Tampoco los desastres naturales el hambre y las calamidades son indicadores de que el fin está cerca
 Habla también de la persecución en contra de los discípulos y describe las diversas adversidades que tendrán que enfrentar y les advierte: Yo mismo les daré palabras y sabiduría, y ninguno de sus opositores podrá resistir ni contradecirles.
Y finalmente les recomienda: Manténganse firmes y se salvarán.

Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa. Presentar a Dios como Padre que ama, acompaña y fortalece a todos sus hijos y con toda nuestra fuerza luchar contra todo lo que provoca angustia y miedo en el pueblo
Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa: No poner nuestra seguridad en las cosas materiales ni en los signos sino en lo que ellos significan.
Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa: Vivir lo que celebramos en el culto participando en la vida de la comunidad para un  servicio mejor a todos y en la vida social para tener una mejor humanidad y un mejor ambiente. 
Para nosotros hoy tener fé y esperanza en Jesús significa: Luchar contra el encerramiento, el aislamiento e ir siempre con confianza  al encuentro del otr@ para construir juntos algo mejor.

Noviembre 12 del 2016
Cosme Carlos Ríos