Dios no hizo
la muerte. Jesús defiende la vida
En la historia del
cristianismo seguimos discriminando a la mujer sobre todo por aspectos sexuales
como la prostitución, la homosexualidad y la excluímos participar en la vida de
la comunidad
Olvidamos que la
enseñanza y la práctica de Jesús de Nazaret fue mostrar el rostro
misericordioso del Padre
«Dios no hizo la muerte»,
dice el libro de la Sabiduría. La muerte, es consecuencia de nuestra misma
naturaleza débil
Nos dice el
evangelio que una gran multitud judía acude a Jesús, el que hace cosas
contrarias a la institución, mostrando su descontento con ella.
Jesús vuelve
de Gerasa: la multitud que acude a él aceptando su contacto con los oprimidos
paganos, muestra que también ella ve en Jesús una esperanza de liberación.
A continuación, el
evangelio resume en dos personajes esta multitud: la hija de Jairo, que
representa al pueblo sometido a la institución pues es la hijita del jefe de
sinagoga y la mujer con flujos, que representa al pueblo marginado por la
institución por su impureza.
A esa situación de muerte
había llevado la institución religiosa judía al pueblo, representado en las
dos mujeres.
Una, que llevaba doce
años en los que toda actividad sexual le estaba prohibida por la ley y que,
además, era estéril.
La otra, una muchacha en
edad de tomar marido que estaba a punto de morir, también ella, infecunda.
Una mujer que llevaba
doce años con un flujo de sangre... como había oído hablar de Jesús,
acercándose entre la multitud, le tocó por detrás el manto. Porque ella se
decía: «Si le toco aunque sea la ropa, me salvaré.»
El jefe de la
sinagoga era algo así como un párroco. Un representante de la institución a un
nivel no muy alto, miembro de la jerarquía religiosa judía.
Jairo era un hombre de
buena voluntad. La institución a la que él pertenece no le ofrecía ninguna
solución a su problema. Y tiene que ir a buscarla fuera de ella.
Aunque Jesús era
considerado un hereje, aquel hombre, jefe de sinagoga, se acerca a Jesús para
ver si en él encuentra la vida que su sinagoga no puede ofrecer á su hija.
A Jesús lleno de
misericordia no le importa que lo toque la mujer marginada por la ley a causa
de su hemorragia, ni le importa mancharse con lo que prohíbe la ley tocar el
cadáver de la niña. Jesús defiende la vida
Si queremos seguir a
Jesús, hoy, igual que ayer, tenemos que tener un corazón misericordioso y estar
siempre dispuestos a luchar por la vida, aún en contra de las propias leyes mal
interpretadas.
Si queremos seguir a
Jesús tenemos que luchar para que nuestra práctica y la de nuestras instituciones
evite toda marginación: Necesitamos ser una Iglesia de puertas abiertas.
Junio 27 del 2015
Cosme Carlos Ríos