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sábado, 22 de noviembre de 2014

Nuestro Rey se identifica con los pequeños
Mucha gente identifica a la Iglesia por sus grandes edificios, por sus grandes personalidades, por el esplendor de su culto, pero casi nadie la identifica por la práctica de la misericordia.
En el discurso de la Iglesia aparece la opción por los pobres, pero sólo algunas personas o instituciones muestran esa opción por los pobres.

Como resultado de la derrota ante los babilonios las personas más notables del reino de Judá fueron desterradas a Babilonia. El profeta Ezequiel acompañó a los desterrados y mantuvo la esperanza
Yahvé, por boca del profeta, señala como responsables de la situación a los pastores de Israel (autoridades civiles, militares y religiosas) porque se aprovecharon de los que tenían y olvidaron a los más débiles y necesitados.
A los desterrados Yahvé hace la promesa de ser él mismo su pastor, un pastor que vela por sí mismo a las ovejas dispersas, las hace reposar, busca a la oveja perdida y hace volver a la descarriada, cura a la herida y robustece a la débil.
El discurso del Evangelio trata de inculcar la preparación necesaria para superar con éxito la prueba final y poner de relieve el significado central de la figura de Jesús, el Hijo del Hombre.
Los que son recibidos en el reino son los que tuvieron amor misericordioso con el prójimo.
La sentencia definitiva se apoya  en los motivos del servicio caritativo al prójimo necesitado.
El reino acontece también más allá de las fronteras visibles de la Iglesia. La escena nos hace comprender que muchos, sin conocer la persona de Jesús, se ajustan a los valores de reino en la entrega y el amor al prójimo, y eso decide su destino.
El juez universal está «de incógnito» en todos los pobres de la tierra, oculto en todos los rostros doloridos, pero esa presencia oculta se pondrá de manifiesto en el momento final.

Reconocer a Jesús como rey, implica para nosotros, verlo y servirlo en los más pequeños, los niños de la calle, los indigentes, los migrantes etc.
Reconocer a Jesús como rey implica para nosotros que nuestra identidad sea siempre la práctica de la misericordia
Reconocer a Jesús como rey implica para nosotros renunciar a identificarnos con el poder, con el tener o con la fama.
Cosme Carlos Ríos

Noviembre 22 del 2014 

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